Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]

24. El Epílogo de May

Apolo tomó la mano libre de Cam y la besó con delicadeza. Entonces su cuerpo comenzó a transformarse poco a poco en un frondoso árbol de camelias, que tal como lo esperaba, floreció inmediatamente, dándonos a todos la hermosa vista de un montón de flores amarillas y diría, incluso doradas.

- Es invierno cuando estas flores siempre florecen. Cuando nadie espera que lo hagan, deslumbran. Camelia nunca lo creyó, pero era igual de valiosa que su madre, ambas valientes, nobles. Y hoy murió siendo un héroe.

Lloré, imaginándome la eternidad que me quedaba por vivir sin ella, junto a las cazadoras. Las mismas que la habían matado, aunque no hubiese sido esa la intención. Pero debería vivir toda la vida con esa piedra presionando e hiriéndome el pecho, en castigo por no haberla escuchado, por haber criticado su inseguridad sin ponerme en su lugar. Y no pude evitar caminar hasta Leo y abrazarlo. Sería ese el último contacto con un hombre o Artemisa me convertiría en cervatillo, pero necesitaba hacerle saber que no era el único que sufriría por la pérdida de mi hermana.

Todo el campamento se reunió alrededor del árbol y mientras amanecía, se hicieron los preparativos para un funeral simbólico.

...

Ya habían pasado varios años desde aquel incidente. Hestia jamás volvió a estar en peligro. Epimeteo y Pandora no habían sido perdonados. Los monstruos no volvieron a verse ni mínimamente cerca del campamento. Todos valoramos desde aquella vez la importancia de la familia, de escuchar a los demás, de respetar las vidas a nuestro alrededor. Había aprendido a perdonar a las Cazadoras que habían dado muerte a mi hermana por error, pero ya era mi momento. Lo sabía. Hécate, mi madre, ya lo había predicho. 

En aquella batalla fallecí peleando.

Y aparecí en el Inframundo, fui juzgada y enviada a los Elíseos.

Y en la puerta una pareja conocida me daba la bienvenida.

Leo y Cam estaban de la mano, esperando.

Ahora todo, todo estaba bien.