Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]

16. El zoo subterráneo de Epimeteo

Epimeteo nos miró por aproximadamente diez segundos sin decir palabra. Los diez segundos más largos de toda mi vida. Sin embargo, Piper usó su charm speak en el momento adecuado...

- Quieres participar ¿Verdad?

Epimeteo no pudo negarse. ¿Quién lo haría?

- ¡Perfecto! – chilló Drew aplaudiendo- Empezaremos con una pequeña entrevista y bueno, todos queremos ver tu casa ¿Te parece si Cam le da un recorrido?

- Eh... sí. Me parece.

- Muchas gracias- le dije, sonriendo de la forma más amable posible, y acto seguido comencé a caminar entre las rocas- Estoy grabando con cámaras ocultas en los adornos del pelo, por cierto- mentí- Será más fácil captar a sus mascotas ¿No es así?

Epimeteo me dio una mirada extraña, mi charm speak era en realidad inexistente, por lo que claramente no iba a confiar en nada de lo que dijera. Afortunadamente las hijas de Afrodita se hicieron cargo de él, por lo que seguí caminando, murmurándole a mi padre que me ayudara. Por el amor de Zeus, si algo salía mal... moriría.

Aunque... probablemente moriría de todas formas.

No necesité mucho tiempo para encontrarme con las primeras bestias: aves del Estínfalo en enormes jaulas. No tardaron nada en alocarse, sacudir las alas para intentar salir y comerme apenas me vieron y claro, cantar estruendosamente. Recordé que Hércules las había ahuyentado con un cascabel de bronce y que Percy y sus amigos habían hecho lo suyo con unos viejos CDs de música así que mi opción más similar a aquellas era cantar.

It's six o'clock, the birds are singing.
I'm wide awake whilst you're still fast asleep.
I went outside, into your garden.
The sun was bright and the air was cool and as I stood there listening
Well the birds in your garden
They all started singing this:

"Take her now. Don't be scared, it's alright.
Oh, come on, touch her inside.
It's a crime against nature - she's been waiting all night.

A medida que cantaba la canción de Pulp; "Los pájaros en tu jardín", las aves comenzaron a tranquilizarse, hasta quedarse completamente en silencio para así oírme cantar. Sin siquiera notarlo comencé a bailar mientras avanzaba por los pasillos de tierra y roca. Algo así como Star Lord al inicio de la primera película de Guardianes de la Galaxia.

La segunda criatura que encontré fue un basilisco. Obviamente me paralicé. ¿Si me miraba moriría? ¿O si yo lo miraba a los ojos? ¿Me convertiría en piedra como los que miran a Medusa? ¿Me lanzaría veneno a la cara como algunas serpientes africanas? Lo único bueno es que su jaula era de cristal y estaba completamente cerrada, salvo por unos agujeros arriba, donde seguro Epimeteo depositaba la comida de la criatura. Con los ojos cerrados, sí, cobardemente, proseguí mi camino.

El resto de las jaulas parecían todas robadas de diferentes zoológicos, algunas incluso tenían los letreros de madera con la descripción de los animales que albergaban. Para mi agrado, la mayoría eran herbívoros y silenciosos: unas cebras, varias jirafas, osos hormigueros y una preciosa familia de equidnas caminando de un lugar a otro. Ahí no era necesario cantarles, solo había que admirarlos. Sin embargo, no tenía sentido que el camino hacia la jaula de Hestia estuviera rodeado de amigables animales de la sabana (sin contar el basilisco). Miré en todas direcciones y para mi fortuna divisé un letrero con varias flechas de madera apuntando a diferentes direcciones. Me acerqué y leí cada una de ellas:

Hervíboros, granja interactiva, mitad animal- mitad humano, misceláneo, bestias (PELIGRO, NO PASAR)

Era evidente que hacia allí me debía encaminar.