Esta vez el sueño fue diferente. Ya no era la protagonista de él, sino más bien un testigo. Apolo estaba parado al lado de un bulto rodeado de sangre. Al acercarme con atención noté que aquel bulto era yo.
- Te reencontrarás con tu madre en los Asfódelos- habló con solemnidad. Y no le decía eso al bulto. Lo dijo mirando hacia el frente, fijando sus ojos azules penetrantes en mí.
- ¿Cuándo? – pregunté. Pero todo se desvaneció en una niebla ondulante magenta, olor a cerezas, que me recordó mucho a May. Y luego todo se volvió luz. Luz naranja, cálida, apacible. Y la voz de Leo se dejó oír.
- ¿Cómo estás, bella durmiente?
¿En serio no podría decir otra cosa? Sus clichés me ponían nerviosa y era ligeramente desagradable. Abrí los ojos y lo encontré sentado en la camilla junto a mí. Will ahora estaba detrás de él. Era de mi edad, pero ya parecía un doctor de verdad. Ojalá llegara a serlo, no solo porque tener un hermano doctor le hace bien a la familia (inserte comentarios estúpidos que las familias hacen sobre eso) sino que sabía que Will sería un médico excelente.
- ¿Crees que ya puedas levantarte de la camilla? – me preguntó, atento.
Asentí. Apoyé los hombros en el colchón y comencé a incorporarme poco a poco. Ya no sentía esa sensación de seguir siendo aplastada por las rocas de la caverna y tampoco sentía dolor alguno. Seguramente me habían dado ambrosía o néctar mientras dormía. Y una buena dosis de morfina.
Estaba sentada en la camilla, pero por alguna razón no me atreví a sacar las piernas de debajo de la colcha. Estaba vistiendo un camisón de dormir blanco y mostrar mis piernas llenas de moretones y magulladas no era algo que quisiera hacer, no delante de los chicos, especialmente de Leo.
Pero Will se preocupó por eso - ¿No puedes mover las piernas? ¿Las sientes?
Asentí, y levanté la colcha con lentitud y los ojos cerrados. Sentí como Leo se ponía de pie y estaba atento a todo. Seguro temían que en mi intento de bajar de la camilla y caminar me cayera. Pero aquello no pasó.
Puse los pies fuera y como no alcanzaba el suelo, Leo me calzó dos pantuflas que estaban esperando por mí. Cada uno me tendió una mano y me puse de pie. En ese mismo momento entró May corriendo como loca y se puso a llorar de alivio al verme de pie. Quiso acercarse, pero no la dejé.
-Deja que me acerque hacia ti- le dije- Hay que probar...
Luego de un par de pasos Leo y Will me soltaron, y caminé relativamente bien hacia los brazos de mi hermana.
- Creí que tus piernas...cuando Leo te sacó de la cueva yo... y... - no dejaba de arrugar la nariz y pasarse las mangas de la polera por ella cuando hablaba. Hace muchísimos años que no la veía llorar tanto.
- Estoy bien- aseguré- Ni siquiera me duelen.
- Leo es un sol, de verdad- sonrió- De no ser por él tu...
- ¿Yo qué? – pregunté, dándome la vuelta a ver a los chicos.
Ambos miraron hacia otro lado antes de fijar los ojos en mí y contestar.
- Pasa que tu columna y tus piernas estaban quebrados. Creíamos que, si no morías, no ibas a poder caminar nunca más- contestó Will, nervioso- Pedimos ayuda a Apolo y aquí mismo, transformó todo esto en un quirófano y te operamos. Y bueno. Leo construyó unas prótesis de titanio y otras cosas
No sabía que me sorprendía más:
Alternativa a: que Apolo transformara la enfermería en un quirófano y qué ÉL Y WILL me operaran.
Alternativa b: Que Will, de solo dieciséis años hubiese ayudado en la operación.
Alternativa c: Que Leo hubiese hecho prótesis para mí en un día o menos con titanio "y otras cosas".
Si pudieran elegir una alternativa me serviría de ayuda. A estas alturas ya no sé qué pensar de nada.
- ¿Prótesis? – fue lo único que pude decir. Y entonces decidí mirarme las piernas. De haber tenido cicatrices, no pude verlas, estaban cubiertas de vendas. Me toqué la espalda y en lugar de sentir el contacto de la tela del camisón en mi piel, sentí la gaza y algo líquido moverse, probablemente algo de povidona o semejante.
- ¿Crees que funcionen? – preguntó Leo, preocupado- Nunca había hecho unas y teníamos poco tiempo, pero...
- Leo- lo interrumpí mientras rengueando hacia él- Eres lo máximo- y lo ahogué con un abrazo que me devolvió con delicadeza.
Su cabello olía ligeramente a ceniza. Todo él emanaba la calidad que necesitaba. Pensé seriamente en besarlo allí mismo, sin embargo, recordé la profecía; la liberación de Hestia (que suponía entonces ya estaba bien porque nadie me había dicho lo contrario) requería que tanto Leo como yo no hubiésemos consumado. Se que generalmente esa palabra se utiliza para cosas más adecuadas para semidioses mayores de dieciocho años, por lo que tomando en consideración nuestras edades, era probable que significara que no podíamos darnos un beso, "formalizando" así una relación amorosa, por lo que desistí. Quizá no debíamos besarnos antes de liberar a Hestia y luego sería posible, o quizás al hacerlo Hestia se vería en problemas nuevamente. Por si las moscas, solté a Leo y abracé a mi hermano Will, agradeciéndole por ser el mejor doctor que me había atendido en la vida.
Además, sería mi primer beso y no quería que fuera con mis hermanos allí, mirando. Ya sabes, si no estás segura de tus movimientos con el chico que te gusta, abraza a alguien más (que mala hija de Afrodita sería).
Quizá podría preguntarle a Rachel al respecto, después de todo ella era la experta.
- De no ser por Apolo, hubieras perdido las piernas- me dijo Will luego de que May había salido para buscarme algo de comida- Así que deberías agradecerle luego- sugirió.
- En ese caso te habría hecho unas piezas ortopédicas de lujo- añadió Leo con su sonrisa de chico travieso- Teníamos todo bajo control, obviamente.
Sonreí. Recordé al Apolo de mi sueño y traté de imaginarlo ataviado como un serio doctor operando y fracasé sustancialmente. Las veces que lo había visto siempre era tan relajado que no podía imaginármelo como dios de la medicina. Que bueno que su hijo Asclepio lo era. Y ya que estamos en eso, mi medio hermano. Si eres semidiós, te reto a hacer un árbol genealógico completo de tu familia. Estoy segura de que sería peor que el de Cien años de soledad y casi tan gigante como el de El Silmarillion.
...
Durante la noche May me visitó en la enfermería. Will dijo que aún no era conveniente volver a la cabaña de Apolo por lo que debía pasar un par de noches más en aquel lugar. Mi hermana se veía más nerviosa que de costumbre y era demasiado evidente de que quería contarme algo, pero no sabía cómo.
-May, sabes que puedes decirme lo que sea- le dije mientras le acariciaba la cabellera roja.
Sonrió con timidez y habló casi murmurando.
- Creo que quiero unirme a las Cazadoras de Artemisa.
Sonreí también. Había estado pensando en hacer lo mismo.
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Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]
FanfictionCamelia vive junto a su prima May y su tío en Las Vegas desde que es una niña. A pesar de ser solo un par de adolescentes, ambas son partes del staff del joven padre que se desempeña como uno de los magos más famosos de todo el estado de Nevada. To...