7. La profecía de los fósforos nos quita el sueño a todos

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Leo, Alice y yo volvimos a paso acelerado al comedor, donde todos habían dejado de lado sus platos de comida y miraban con atención a la chica pelirroja, Rachel, la cual había comenzado a brillar con una luz verde alrededor de su cuerpo, como una gran luciérnaga. Tenía entendido que sus ojos eran verdes, pero esta vez, eran casi fosforescentes, como bulbos de luces de neón.

Al principio solo murmuraba cosas que nadie lograba oír y mucho menos entender, hasta que abrió la boca y gesticulando como una actriz de teatro dramático comenzó a recitar:

"Tres hijos del sol y el fuego traerán su luz al mundo

Y acabarán con las tinieblas en un juego espectacular

Entre miles de ojos atentos a su actuar

Unirán su cuerpo a las armas desde el nacimiento de la luna

Hasta su muerte tras el horizonte celestial

Serán tres fósforos que iluminen mutuamente su caminar

Uno de ellos irradiará su magia con gran poder

Y los otros dos arderán por un amor no consumado

Liberando con su sangre al fuego encadenado"

Cuando terminó de hablar, la luz verde se apagó y Rachel volvió a ser la misma chica corriente de siempre. Atónita, miró a Quirón y luego a la arpía que cenaba junto a ella.

- Encadenado- repitió la arpía, Ella- Prometeo encadenado. Tragedia griega atribuida a Esquilo hasta inicios del siglo XXI. Esta profecía es nueva.

- Ella tiene razón- murmuró Quirón, dándole tironcitos a los rizos de su barba- Es una profecía muy nueva y bastante apegada a la última. Qué cosa más curiosa.

El barullo en las diferentes mesas cada vez se hacía más intenso. Al parecer estaban habituados a las profecías, pero hasta cierto punto. Hace poco se había librado la gran Guerra contra Gea, apoyados fehacientemente en la profecía de los siete y ahora, poco tiempo después, se mencionaba otro gesto heroico similar pero solo con tres héroes.

- Tres héroes, como una misión corriente. Pero con el contenido de una misión mucho más compleja- sentenció una chica rubia y de ojos grises, sentada a la cabeza de la mesa de Atenea. Sin duda, era Anabeth, la novia de Percy.

- Y es bastante precisa en cuanto a los semidioses que deben alistarse- añadió otra, Piper McLean, sentada junto a los demás hijos de Afrodita- Solo pueden ser semidioses cuyos padres estén relacionados con el sol y el fuego.

- Es decir, Helios, Hefestos, Hécate y Apolo- sentenció Quirón. Luego, al ver las caras de asombro y duda en la mayoría de los campistas, ordenó a los jefes de cada cabaña llevar a sus respectivos hermanos de vuelta a sus literas y volver en seguida para una reunión extraordinaria en la Casa Grande.

No fue necesario que Connor y Travis me indicaran volver sobre mis pasos. Arrepintiéndome por haberme perdido la cena y la posibilidad de comer mientras discutían la profecía públicamente, agarré la lanza mejorada por Leo con fuerza y volví a mi litera, esperando a que ningún peligro demasiado grande se abalanzara sobre el campamento.

Pero ¡Qué diablos! Somos semidioses. El peligro es nuestra sombra.


...


De manera asombrosa, apenas me recosté sobre la cama, caí profundamente dormida y comencé a soñar de forma instantánea. El sueño transcurría en una de las habitaciones de la Casa Grande. En el centro, había una mesa de pin pon verde rodeada de los semidioses jefes de las cabañas, Rachel y Quirón.

Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora