CAPITULO 1:

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Algún día lo vas a entender, es que cuando nos echamos a correr. Hay mil maneras de seguir pero ninguna de volver.

-Fito Páez

-"Que paso"- me preguntaba.

Las lágrimas goteaban sobre el papel blanco. La vista se me empañaba, a la vez que los últimos rayos de sol caían sobre mi cara. La brisa se estrellaba con mis lágrimas mientras aun podía ver unos cuantos jilgueros revoloteando en el altillo del tejado. El fantasma de uniforme azul, que me entrego el sobre ya estaba a varios metros de la casa. La correa de su bolso se sostenía de su hombro derecho, mientras que con su mano izquierda sostenía su celular con el que se empeñaba a iniciar una pelea a gritos. Mi madre no tardo en dejar salir su tristeza. Primero fueron gritos, luego alaridos. Al final se quedó sin voz y solo le quedo gemir, arrodillada en el recibidor. No sé qué me entristecía más, ver a mi madre sufrir de una forma que jamás había visto, o saber que papá ya no volvería para cenar.

-¿Qué pasa?- pregunto Sam. De seguro vio mis ojos hinchados mientras las lágrimas desbordaban de estos. Aunque lo más probable es que el haya escuchado los llantos de mamá. Mis ojos y mi mandíbula inferior temblaban al mismo tiempo.

-¿Qué le pasa a mamá?-

-Papá... él – el nudo en mi garganta duplicaba su tamaño, haciendo las palabras difíciles de pronunciar. La expresión en su rostro y la mirada fija en mí, como si estuviera tratando de sacarme las respuestas con sus ojos, no eran de mucha ayuda – él no va a venir.

-pero hoy él iba a venir... - mencionó apresurado - dijo que vendría domingo a finales de abril- replicó

Él no lo entendía. Su inocencia de niño de 8 no le permitía oír con claridad la verdad. Ojala yo tuviera 8 años también.-no es eso, él... - creo que era mejor que se enterase ahora, solo espero que lo pueda tolerar – él... falleció. Y no volverá – una sensación agria descendió por mi garganta, y desembocó como un puñal justo en el corazón. Era mas duro decir esa palabas que leerlas.

El rostro de Sam pasó de ser de incredulidad y asombro a desesperación y melancolía. Sus labios se alargaron, su mentón se arrugo y su mirada estaba fija en el suelo. Se llevó las manos a los oídos como si estuviera tratando de negar lo que oyó. Sentía que mi cuerpo se quebraba desde adentro, hasta que sentí un vació corrosivo dentro de mí. Sin duda una sensación inolvidable y tan devastadora.

La tristeza parecía apoderarse de toda la casa. Desde lo alto del techo de la sala se escuchaban los llantos de la bebe, que hace unos momentos estaba durmiendo plácidamente en su cuna. Los gemidos y alaridos se clavaron en mis oídos por el resto de mi vida. No podía pensar con claridad. Vestigios de recuerdos pasaron en frente de mis ojos, aun con todo el tiempo que pase sin ver a mi papá, podía recordar su cara. Su rostro firme pero amigable, sus ojos color café se hacían infinitos en mi mente, su nariz recta y sus orejas sobresalientes. Por un momento la idea de que cruzará el umbral de la puerta del frente en ese instante cruzo por mi mente, o de que todo era irreal, que solo era un mal sueño. Supongo que la negación viene después de la tristeza.

Todo era llantos y lamentos, pensé que talvez llegaría el punto en el que mi cordura me abandonaría. Los gritos del bebe se hacían cada vez más presentes y agudos. No toleraba escucharlo llorar, mientras que yo estaba sentado en los peldaños de las escaleras viendo como a mi madre y hermano se les salía el alma a sollozos. Por un momento la sensación de deber y valentía se apoderaron de mi mente y cuerpo. Pero la duda se apresuró en hacerse presente "que puede hacer un niño de 10 años". Sentía que mis miedos y depresión querían dominar mi cuerpo de nuevo. Parecía que el sentimiento de responsabilidad me abandonaba al igual que mis fuerzas.

Light Creatures: La Resureccion de las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora