—No me dejes, Jake. Ayúdame... —ruego, pero algo me dice que haga lo que haga, nada funcionará.
—No puedo, lo siento. —está parado en el umbral de la puerta con la mirada baja, mientras que algunas lágrimas corren por sus mejillas.
—Si, si puedes. —lloro con frustración— Soy tu hermanita, ¿lo recuerdas?
—No, no lo eres. Solo eres la hija de la mujer con la que mi padre se casó —¡Ouch! eso dolió.
—Tú no eres como él. —lloró como si eso me ayudara, pero solo hace que los brazos y piernas duelan aún más— Tú eres mi hermanito y yo soy tu hermanita, por favor... —ya no sirven de nada mis lágrimas, parece que a ninguno de los dos les produce algún efecto— ...ayúdame.
—Lo siento.
—¡No, no, no, no... NOOO!
Y como si me hubieran negado el aire por unos minutos, despierto sobresaltada... Ha terminado. Todo ha sido una pesadilla... un mal recuerdo.
Intento moverme, pero un gruesa cinta que cruza desde mis hombros hasta mis caderas, pasando por mis pechos, no lo impide.
¡Oh, no!
—¡No, no...
–¿Anastasia? —escuchar mi nombre se me hace raro, pero lo que es aún más raro, es que la voz es cercana y conocida— ¿Anastasia?
Unos intensos ojos verdes están clavados a los míos, tan clavados que me hacen sentir incluso más pequeña de lo que normalmente soy. Su expresión es una extraña mezcla de preocupación y alivio, sus labios se abren y cierran, pero ni idea de lo que ha dicho en los últimos cinco minutos, la luz a su espalda solo resalta aún más sus bendecidos rasgos masculinos, tanto así que su cabello incluso se ve un poco más claro de como se ve en lugares cerrados, sus cejas están juntas como de costumbre, pero sus ojos tienen algo diferente, brillan como si de dos focos en la oscuridad se tratasen y su olor está impregnado por todo el automóvil y las ventanas cerrada a tope no ayudan mucho que digamos.... esperen ¿por qué estoy en un auto?
—¿Anastasia? —vuelve a insistir.
—¿Dónde estoy?
—¿Estás bien? —ignora por completo mi pregunta.
—Si, eso creo... ¿dónde estoy?
—En mi coche.
—¿En tú choche? ¿Y eso por qué?
—Te desmayaste, ¿qué no lo olvidas? —al notar mi confusión, bufa y sigue— Te desmayaste, te tome en brazos y lleve hasta mi coche... estábamos camino a ver un doctor, pero despertaste antes de tiempo. —me explica.
—Ohh, ya veo... pero ¿dónde estamos ahora?
—Ni yo lo sé —¿qué se supone que significa eso?
—¿Cómo que no lo sabes? —cuestiono.
—No lo se y punto —me sigue con la mirada por unos segundos hasta que decide apartarla y mirar hacia el exterior por la ventanilla.
—¿Al menos traes tu celular? —cuestiono.
—No —dice tajante. Si el no trae el suyo, la menos yo deber traer el mi...— ,y tú tampoco.
Detengo mi pequeña búsqueda, dejando descansar mis manos en mi vientre y miro a mis zapatos que si soy honesta conmigo misma, están bastantes sucios.
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Las vueltas de la vida
RomansaMuchos creen que el dinero lo mueve todo, pero hace un tiempo mi madre me dijo que esos son solo dichos de gente millonaria para ocultar sus verdaderos sentimientos, y que lo que realmente mueve al mundo es el amor. A pesar de siempre creer en sus...