Habilidad

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Lo que está a simple vista, no puede ser acusado de haber estado oculto. Fueron nuestros ojos los que se negaron a reconocer su existencia en primer lugar.

...


Sasuke sabía que debía haber mantenido su boca callada.

—... Pero es que comer con las manos es taaaaaaan no limpio, según me dijo Ayame-chan. Porque hay pequeños seres muy muy muy pequeños, tanto que ni si quiera podemos verlos: ahí ¡En todas partes! ¡Incluso en la comida! —gritó impactado, como si el hecho fuera de otro mundo

Había sido su culpa. Era tan obvio. Por más que quisiera molestarse con sus maestros por darles la hora libre (Mizuki-sensei se había enfermado del estómago y su suplente llegaría en un tiempo habían dicho), o con el niño Nara y su amigo con las papas habían decidido sentarse en otro sitio ese día, o con esa tal Ayame por haberle enseñado algo ayer a Naruto. ¿Cuál era el sentido en enseñarle algo a ese punto amarillo cuando todo se perdía en su cabeza?

—¡Pero Teme! —exclamó de repente viéndolo con sus ojos grandes e impresionables, Sasuke hizo una mueca por ello—. ¡Están ahí! ¡En nuestras manos, pies, bases de armas, el pelo de Akamaru y hasta los pañuelos limpios de las personas! —gritó asombrado—: ¡gérmenes!

Sasuke suspiró y cayó en la tentación de por fin de masajear el puente de la nariz con sus dedos.

Sí Naruto —suspiró, por la pausa comprendiendo que esperaba un comentario de su parte—, los gérmenes son impresionantes —dijo.

—¡A que sí 'ttebayo!

Sasuke no pudo evitar suspirar de nuevo, aún sabiendo que muchas de sus fans estaban al pendiente de él y disfrutaban cuando hacía eso, aunque notó su distancia ese día y tal vez, y como única conclusión, debido a la presencia del Uzumaki hablándole cara a cara en medio de la clase, ellas parecían estar más tranquilas –o por lo menos– más alejadas de él.

—Por eso hay que cuidar lo que uno come, —se detuvo—, y también cómo lo come —agregó.

Dejar al Uzumaki cerca suyo no estaba tan mal entonces, viendo que al menos con su presencia ahuyentaba a las más chillonas.

Naruto sonrió de diente a diente. Asintiendo con entusiasmo y viéndolo desde su asiento delante de él. Sasuke pensó en la libreta y agradecerle. Pero viendo mejor la felicidad en el rostro del rubio, supo que el sólo hecho de hablarle era más que agradecimiento para él.

Eres extraño le acusó parpadeando. ¿Tan necesitado estás por el reconocimiento ajeno que te alegra que te hable?

En Sasuke aquel reconocimiento de ser mejor, de estar haciendo las cosas bien. Se había extinguido. Al punto que no esperaba nada de nadie, ni de los fantasmas en su patio, ni de los líderes de su aldea, ni los profesores o senseis que algún día tratarían de sacar "lo mejor" de él.

No esperaba nada de nadie.

Ni de sí mismo.

Pero no lo dijo en voz alta. Porque mientras Sasuke quería menos sueños rojizos en la noche, tal vez Naruto buscaba razones por las cuales despertar en las mañanas.

—¡! —exclamó—, nada de regla de los veinte segundos para mí nunca más, ni la de diez, ni la de siete no señor, aunque tal vez deje la de cinco segundos por las dudas... —murmuró ignorando la mirada horrizada del Uchiha—, al fin de cuentas no es bueno desperdiciar comida y cinco segundos no son nada.

Antes de poder comentar algo al respecto –sobre la salubridad, salud, alimentación, virus, asquerosidad de sus acciones– por la puerta entró una nueva estudiante respirando aceleradamente y Naruto al verla sonrió grande.

A Single ChangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora