Capítulo 25

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Dos días después supe que Zach no me volvería a buscar, no recibí ningún mensaje, ni ninguna llamada, supongo que por un lado estaba bien, pero por el otro lo extrañaba demasiado.

Cada día iba a la cafetería de Sussie para poder estar con Becca y así salir de mi monótona rutina de depresión. Caminé hasta allá, necesitaba despejar mi mente, hacía frío, pero no nevaba ni llovía, era un día triste, las densas nubes no permitían pasar ningún débil rayo del sol. Caminé por minutos mirando al suelo con las manos dentro del abrigo, ni siquiera estaba pensado en nada, ni en el frío, la calle estaba completamente solitaria, tal vez todos estaban en sus casa tomando chocolate caliente o algo por el estilo.

Alguien me tomó de la mano y en ese instate me gire. Era Zach, estaba vestido con un abrigo gris y sus jeans del mismo color y a juego una bufanda blanca. Con lentitud me solté de su agarre.

-Hola -Le dije.

No sentí emoción alguna, y no sabía por qué. Ese cosquilleo en el estómago y las manos aún no se hacía presente.

-Nirvana -Susurró.

Bajó la vista por un segundo.

-Te necesito. -Confesó mirándome a los ojos. Y lo peor fue que no detecté el menor rastro de mentira en ellos.

Un denso nudo se formó en mi garganta, intenté tragarmelo pero no desapareció. Estaba inmóvil, petrificada casi por completo, respirar era más difícil cada segundo.

-Vania, te amo -oh no... Aquí venía esa maldita palabra. -Mi dulce niña -Jamás me había llamado de ese modo, y obviamente sabía que era una referencia a la canción de los guns and roses -me dejas indefenso y pensativo, nunca creí que hubiera alguien que lograra eso porque... normalmente yo soy el que deja sin palabras a las personas. -Risas -Me tienes hipnotizado, cuando te veo estoy temblando -me mostró las palmas de sus manos y en verdad estaba temblando, aunque tal vez pudiera ser por el frío. -Nirvana Rose, contigo es diferente, sé que eres diferente, pero te juro que hasta me sudan las manos cuando estoy cerca de ti, cosa que no me había pasado desde sexto grado en mi examen de despejes. -rió nervioso -Has hecho que este simple mortal tenga algo inexplicable que se siente desde la cabeza hasta los pies, un temblor, una sensación graciosa en el estómago y en el pecho, y mis piernas adormecidas, pero... no sé, es bueno, sé que lo es por el hecho de que eres tú la que me hace sentir todo esto...

Silencio.

¿Qué podía decirle? Tal vez me acababa de decir lo más lindo que podría escuchar en toda mi vida.

-Te amo. -Repitió.

-Lo siento, pero yo no siento nada por ti.

-¿Entonces qué explica que tu respiración se haya acelerado considerablemente y tus ojos se hayan cristalizado?

El vaho me delataba, me brotaba como humo de la boca.

-Por favor, dí algo. No sabes lo que es no saber nada de ti, si me quieres o no. Me gustaría saberlo así como yo te lo digo a ti, parecerá inútil pero es necesario saberlo. Sé que no eres una chica que expresa sus sentimientos fácilmente, pero de verdad necesito saberlo, ¿podrías hacer un esfuerzo?

-Pensé que que estabas muy seguro con tu afirmación.

-No lo estoy. En lo absoluto.

Abrí la boca para decir algo pero me interrumpió.

-Y sí, sé que el amor es un invento del ser humano para justificar su estupidez. -Continuó -Pero no me importa, aprendí hace un par de años que si en verdad quieres algo nunca te rindes. No me importa que me consideres estúpido si así puedo estar cerca de ti.

Quería llorar, pero de ninguna manera iba a hacerlo frente a él.

Se estaba acercando peligrosamente a mí, yo estaba inmóvil con los brazos tensos a los lados. Se detuvo y acarició mi mejilla derecha.

-Te amo, Azul.

Bajé la mirada y giré sobre mis talones, di tres pasos hacía adelante, quería irme pero... A quién estaba engañando, yo quería a ese chico.

Corrí hacia él y lo abracé lo más fuerte que pude, y él a mí, fue como si nos necesitaramos tanto mutuamente, sus brazos en mi cintura me hacían sentir tan pequeña. Estaba parada de puntillas, era la única forma posible de que mis brazos pudieran entrelazarse tras su cuello. Recorría toda mi espalda con sus manos y juro que esa sensación era la mejor del maldito mundo.

-No puedo Zach. -Le susurré al oído.

-¿Qué no puedes?

-Esto, no puede ser. Mis padres...

-Hablaré con ellos, y si no me aprueban... Pues encontraremos una forma de estar juntos.

Hundí mi rostro en su pecho.

-No quiero quererte así como lo hago, porque... No quiero que me lastimes.

Y ahí estaba yo, abriéndole mi corazón como una niña idiota.

-No lo haré. -Amaba la manera en que acariciaba mi cabello -Pero sé que eso no será suficiente para ti, así que... Quiero que me dejes demostrártelo ¿sí? Quiero que confíes en mí.

Asentí con la cabeza y él me dio un beso en la coronilla.

Tal vez era una idiota por no aceptar ser su novia en ese momento, pero es que yo no quería tener una relación con alguien, sonaba estúpido pero tenía miedo. Necesitaba conocer más a Zach si queria tener una relación con él. Además un factor importante eran mis padres, estaba cien porciento segura de que no les agradaría nada la idea.

Después de ese enorme abrazo, nos fuimos caminando juntos sin rumbo...

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