Capítulo 63: Brown or blue eyes?

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Le habían dado el alta un par de días después, tenía amnesia y no podía recordar lo que había pasado en todo un año, fue como si esos recuerdos se hubieran bloqueado o simplemente esfumado, no existían en el disco duro de Nirvana y eso era una tortura.

Descubrió que tenía un perrito hermoso llamado Tolkien, la emoción que sintió al verlo fue como si lo hubiera visto por primera vez, y en teoría así fue.

-¿Papá, tú compraste este perrito? -Indagó la rubia.

Michael y Elizabeth se miraron entre sí. No podían decirle que su novio se lo había dado, ella no recordaba en lo absoluto a Zach Parrish, no sabrían cuál sería su reacción, tampoco querían averiguarlo, lo mejor sería que ella lo recordara por sí misma.

-No... -Carraspeó -Fue un regalo de un compañero de trabajo. -De nuevo su padre usaba esa mentira.

-Ah...

Los meses pasaban, apenas se recuperaba, sus huesos fracturados ya casi estaban como nuevos.

-¿Hija vas a cenar?

-No mamá, no tengo apetito, gracias. -Replicó antes de subir lento las escaleras a su habitación.

-¡Recuerda tomarte los medicamentos!

-¡Sí mamá!

Todo era extraño, es decir, lo último de lo que se acordaba era que ella era gorda, y con problemas de acné. Y entonces al despertar y mirarse en un espejo su cuerpo y cara eran otros, tenía una figura esbelta, con curvas en varios sitios, su cara ya no tenía imperfecciones, y se veía bonita, ella misma se encontró bonita.

No recordaba el accidente que le había causado esa amnesia, pero la cara de felicidad al encontrarse esbelta nadie se la pudo quitar.
Aún así tenía muchas preguntas que no podía responderse ella misma. Había varias cosas en su habitación que no reconocía y no sabía su procedencia, muchas de ellas venían de Zach Parrish, como aquella luz de Ëarendil, o los demás libros de J.R.R Tolkien. Pero lo que más le dolió fue que no pudo acordarse del concierto de Guns And Roses. Le dolió hasta el alma, su padre le había dicho que ese concierto era un regalo, no dijo que de parte de quién, claro está, pero ella lo entendió como un regalo de parte de él mismo. Todas esas y muchas más dudas la estuvieron matando durante meses.

Al llegar a su habitación cerró con seguro la puerta y se volvió a la ventana que daba a la habitación de su mejor amigo.

-¡Pssst! -Lo llamó.

Él yacía en su cama acostado, con el teléfono en la mano. Se incorporó al escuchar a su mejor amiga.
Cuando la vio sonrió y supo qué hacer entonces.

Se puso los tenis y salió por la ventana, trepó al árbol continuo a la habitación y cruzó con cuidado hasta la ventana de su amiga.

Nirvana estaba embelesada con ese chico, jamás había visto a alguien más guapo que él, sus ojos de una gama de tres azules distintos, su cabello rubio ondulado y sus facciones tan finas la empezaban a volver loca, había cambiado tanto desde la última vez que se vieron y sabía que estaba mal pensar en él porque él era su mejor amigo, era casi su hermano, pero no podía reprimir las ganas de tenerlo cerca y por qué no... Besar sus labios de un color rojo tenue.
Mierda, sí que la volvía loca.

-Hola. -Lo saludó ella susurrando.

-Hola, gusana. -La saludó de igual forma entrando por su ventana. -¿Qué ha pasado?

-Lo de siempre, no recuerdo nada de nada, pero casualmente he revisado mis apuntes de la escuela y recuerdo toda la información escrita ahí, no entiendo nada.

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