Capítulo 34

127 13 7
                                    

-¿Te gustaron los nuggets?

-Son los mejores nuggets de pollo que he probado en mi vida.

Solo quedaban 3 piezas y Zach había dejado que yo me comiera la mayoría. Odiaba que me hiciera comer y más odiaba que no me podía contener.

-Te odio. -Le dije con la boca llena y él se rió.

El día estaba agradable, las puertas de McCarthy's se mantenían abiertas y el aire entraba frío y veloz. Desde afuera se podia oler las exquisiteces que el restaurat ofrecía a los comensales. Los árboles se movían oscilantes y las hojas caídas revoloteaban en el suelo, había nubes blancas de algodón por todo el cielo azul y tenía la mejor vista en frente de mí. Zach vestía una bonita camisa negra de algodón, y los músculos de los brazos resaltaban más que nunca. Supongo que todo el trabajo de gimnasio habían valido la pena. Me atrapó mirándolo y me sonroje.

-¿Por qué me miras?

-Ah porque quiero y puedo, y porque eres mi novio.

Se río.

Un grupo de chicas desconocidas entró al restaurant, no me hubiese percatado si no hubiesen entrado riendo y gritando y haciéndose bromas entre ellas era todo un escándalo, pero se detuvieron cuando vieron a Zach. Noté que una le tocó el hombro a otra señaló a Parrish, y se creó una serie en cadena y al final todos veían a mi chico. No me molesté ni nada por el estilo, solo me reí. Zach no se percaraba de nada, estaba muy ocupado intentando ensartar un pedazo de pollo con su tenedor. Ocuparon una mesa en frente de nosotros pero su escándalo no cesaba.

-¿De qué te ríes? -Me preguntó Zach.

-Esas chicas no dejaban de verte.

Él volteó disimulado y ellas dejaron de mirar y de reír.

-Mucho plástico para mi gusto.

Exploté en una sonora carcajada.

Los cuchicheos no casaban y ahora me parece que hablaban de mí, porque me miraban y reían. Lo que al principio fue gracioso se convirtió en una molestia.
Zach parecía no darse cuenta, pues estaba de espaldas a ellas, yo intentaba concentrarme en nuestra conversación y en sus chistes pero no dejaba de mirar a la mesa contigua, la única palabra que lograba distinguir era: gorda.

-Quiero hablar con tus padres.

Eso lo escuché perfecto. Zach me había sacado rotundamente de mis pensamientos.

-¿Qué? No. -Exclamé con sorpresa.

Hizo una mueca.

-Rose, quiero hacer esto bien.

-Yo sé que sí. Pero no lo van a entender, los conozco, me alejarán de ti y no quiero. No ahora.

-Buscaré la manera de que...

Noté que una de ellas se acercaba a nuestra mesa; La castaña de ojos marrones interrumpió nuestra plática.

-Hola, guapo, soy Danielle. Mis amigas y yo nos preguntábamos si querrías ir con nosotras a dar una vuelta. Espero que a tu hermanita no le moleste.

Zach me miró y luego a ella. Las otras estallaron en risas cuando Danielle se refirió a mí como su hermanita.

Las fulminé con la mirada, me levanté y me dispuse a salir de ahí, pero Zach tomó mi mano y me lo impidió.

-En primer lugar, ella no es mi hermanita, ella es mi novia; en segundo aunque no la tuviera ustedes son demasiado artificiales para mi gusto y por último les voy a pedir que dejen de criticarla ¿Acaso no se han visto en un espejo?

Danielle y las demás se quedaron con la boca abierta, sorprendidas porque tal vez nadie les había hablado así en la vida y menos un chico.

Lanzó unos billetes sobre la mesa, lo suficiente para pagar la cuenta y dejar una buena propina, tomó mi mano y me condujo fuera de ahí.

Estaba enojado, tenía el ceño fruncido y no dejó que hablara de lo ocurrido.

-No me gusta ofender a las chicas pero ellas se lo merecían. -Fue todo lo que dijo al respecto.

***

Después de McCarthy's fuimos a su casa. Gina no estaba, había ido a la ciudad y su padre trabajaba en el hospital, ¡yo no sabía que era doctor!

Me contó un poco de las profesiones de sus padres, y que Gina era psicóloga.

Después nos sentamos en el sofá a ver The voice y estuvimos ahí durante unas horas. Luego empezó a hacer frío.

-¿No quieres subir? -Me preguntó.

Dudando respondí que sí. Y nos encaminamos escaleras arriba hasta su habitación.
Me senté cerca de la ventana observando el paisaje de afuera y Zach lo hizo pero desde su cama. Solo nos mirábamos pero ningo se acercaba al otro. Se empezaba a tornar incómodo.
Estabamos solos en su casa, todos sabíamos qué podía pasar.

Zach pareció leerme la mente pues me llamó.

-Oye no muerdo, acércate.

Lo único que pude hacer fue dedicarle una sonrisa. Ya estaba nerviosa.

-Nirvana, no quiero tener sexo contigo -Habló suavemente -yo solo quiero recostarme junto a ti y mostrarte mis canciones favoritas.

Me sonrojé, le sonreí y me acerqué y me acosté a su lado. Y escúchanos y cantamos y hablamos de nuestras canciones favoritas.

-Te amo. -Me miró y pude percatarme de que su afirmación era sincera, y no había mentiras en sus ojos.

-Esas chicas...

Empecé a hablar pero él me interrumpió.

-Solo quiero que sepas que eres perfecta, y no hay nadie más perfecta para mí. Te quiero como eres, incluso amo lo que tú consideras defectos

Lo abracé con todas mis fuerzas y entonces pensé que él no podía ser más perfeto para mí.

Cuando comenzó a ponerse el sol decidimos que ya era tiempo de irme.

-Conduce. -Dijo al mismo tiempo que me lanzaba las llaves del auto que teníamos en frente.

-Sí, ¿en dónde lo quieres? En el muro de aquí o en el portón?

-¡¿No sabes conducir!? -Fue más una afirmación que una pregunta.

-No, no sé. Conduce tú.

Se río.

-Prefiero ir caminando. Así puedo calentar tu mano mientras paso más tiempo contigo.

PacienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora