Capítulo 9

38 4 0
                                    

No podía hablar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No podía hablar. No podía reaccionar.

Eric me abrazó y consiguió sentirme, y yo ni siquiera me acordaba de ello. 

No sabía cómo sentirme realmente, si feliz porque él me sintió, si fue una señal, si podría hacerlo yo en un futuro, —soñar es gratis— o sentirme triste por si eso no pasaba, o nunca pasaría.

Me miraba preocupado mientras me levantaba y me dirigía al baño. No sabía tampoco qué hacer ni qué pensar. Estaba bloqueada.

¿Cómo podía haber pasado?

Necesitaba un tiempo para reflexionar sobre la situación. Si conseguí que me sintiera estando ebria, ¿eso... significaba que...?

—Ni lo pienses. No vas a emborracharte para probar si te siento o me sientes. — Ni me había percatado de que me estaba siguiendo. Estuve a punto de hacer una broma pero me contuve, no estaba para ellas. Le miré de reojo, lucía confundido, seguro que por mi reacción. A lo mejor esperaba que me alegrara y sacara de mi bolsillo confeti para celebrarlo. Es que no sabía si eso era bueno o era malo.

Recordé cuando él estaba borracho en la casa de James, estuve con él, y no sentí nada. No funcionaría tampoco si lo hiciéramos al revés, esa no era la clave.

—Eric, pasa algo. Hay algo que se nos va de las manos.—me moví de un lado a otro sin poder estar tranquila.

—¿A qué te refieres?— le miré a través del espejo. Me apoyé con ambas manos en el lavabo y luego agaché la mirada.

—Tiene que significar algo, o es mi cerebro... —negué confusa.— Tiene que haber una explicación a todo esto, y lo vamos a descubrir.— me volteé y me crucé de brazos aún apoyada en el mármol.

—¿Qué piensas hacer?

—No lo sé... pero esto no lo voy a dejar pasar. 

—Yo creo que fue por ambos, — le miré sin entender, y acabó explicandose mientras se apoyaba en el umbral de la puerta.— Yo estaba muy preocupado, y tenía las ansias de protegerte con toda mi alma, te veía muy vulnerable y sentía que podías hacer algo y arrepentirte después, quería que estuvieras bien. Y luego estabas tú, con tu cerebro alcoholizado, que seguro que eso afectó a tu imaginación, y por lo tanto a mí.

—¿Tú crees?

—Lo creo, ¿qué otra cosa puede ser?

Asentí igual de confusa que antes, me acerqué a él y le abracé fuerte aunque como siempre, no lo sentí.

—Ojalá todo fuera diferente. — susurré contra su pecho.

—Lo importante es que estamos juntos ahora, Mía. Y eso es lo único que me hace feliz.

—Había un par de cosas más que querías decirme, ¿qué son?

—He descubierto... que puedo hacer algo diferente.

Mi amigo imaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora