Capítulo 8 - Una señal

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-RAMA-

Me he quedado solo esperando
una respuesta en el viento.
Y he pasado noches cantando
para un corazón que no tengo.

He pasado días mirando
fotos que ya ni recuerdo.
Si tus ojos me están hablando,
hoy quiero llevarte en mis sueños.

Mi corazón ha perdido el amor.
Y no sabe explicar
todo lo que yo siento.
Abre tus ojos para mirar,
aquí estoy. Aquí estoy.

Atascado. Esa era la única palabra que podía definir mi situación en aquel momento. Tanto artística como emocionalmente. Estaba a un toque de tirarme de los pelos hasta quedarme pelado -frustrado también podría aplicarse a mi situación-.

Dejé la libreta, en la que tenía escrito el principio de una canción que llevaba lo que parecían siglos escribiendo, sobre el sofá rosa de la casa de Malvina y me acosté.
No había hecho nada en todo el día más que pensar y pensar en mi vida y en mi canción, pero aún así estaba agotado y sin inspiración.

Cerré los ojos un segundo, tiempo suficiente para que uno de los muchos varones que habían por la casa alcanzara el cuaderno.

–¿Qué hacés, man?–preguntó Nacho alzando mi libreta antes de haber leído la canción–¿Qué es esto, Ramita?

–¡Devolvémela, Nacho!–estiré el brazo para alcanzarla–¡Nacho!

Sé alejó. Se tomó algunos segundos para leer. Yo me levanté de un salto, intentando tomar la libreta de entre las manos de Nacho. Algo que me fue imposible debido a que este se la lanzó a Teo, que justo entraba al salón.

–¡Chicos! ¡Lleven cuidado! No queremos crearle problemas a Ciro. Y menos después de que nos haya dejado su casa para pasar el día de hoy lejos de nuestras estresadas mujeres–nos reprendió cuando tomó la libreta antes de que esta se estrolara contra la lámpara favorita de Malvina.

–¡Teo, no!

Yo corrí a por el cuadernillo, casi tirando al piso una figurita que estaba en la mesa del salón y algunas cosas más. Pero antes de volver a tener la libreta en mis manos, Teo también leyó.

Cerré la libreta y la protegí contra mi pecho. Aquellas palabras eran algo muy íntimo de las que no quería que todo el mundo se enterase. Y menos aquel día.

–Ah, bueno. Pero vos no dejás de escribir canciones de desamor ni el día en el que te comprometés, che. Eso es pasión, chabón.

Dejé la libreta dentro de mi mochila y miré a Teo casi como si pudiera fulminarlo con mis ojos. Él río en una carcajada que me pareció terriblemente insoportable. Nacho lo acompañó y se sentó junto a mi en el sillón.

Debía reconocer que aquel día estaba bastante irritable. Y yo sabía el por qué.

La razón de mi mal humor, mi seriedad, mis ganas de salir corriendo y no volver nunca era que aquel día, normal para cualquier otra persona, era EL GRAN DÍA –bueno, realmente era LA GRAN NOCHE. Para EL GRAN DÍA aún faltaban algunos meses–. Haciéndola corta, aquel era el día en el que me comprometería con Kika. Y, como se podrá deducir, no era el mejor día de mi vida ni tenía expectativas de que fuera a serlo.

¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo aquello? Después de esa noche sería oficial, iba a casarme con Kika.
Agité la cabeza. De pronto me sentí revuelto, como angustiado.

Recuerdo el día que pensé, por primera y única vez, en pedirle matrimonio a mi novia. Fue pocos meses antes de entonces, algunos días después del nacimiento de los trillizos de Nacho y Tefi.
Recuerdo que Nico quiso juntarnos a todos los varones en el sótano del Hogar Mágico para darnos una de sus charlas infinitas y motivadoras. Pero nadie pudo ir. Y todos tenían una razón de peso que justificaba su ausencia. Thiago tuvo que acudir a la primera reunión del colegio de Bruno, pues Mar estaba trabajando. Por otro lado, Teo y Tacho fueron avisados por Melody de que Amado se encontraba volando de fiebre y que había vomitado varías veces, por lo que tuvieron que llevarlo de urgencia al doctor.
Muy parecida fue la razón por la que Luca y Nacho no pudieron acudir. Tefi acababa de salir del hospital y Cari le ofreció a ella y a Luca que se quedaran algunos días en la casa en la que vivía con Nacho, pues así serían 4 los que podrían cuidar de los pequeños. Además de que así estarían más tranquilos, pues Tefi y Luca aún vivían en el Hogar Mágico y acá había demasiada gente como para meter tres recién nacidos. Pero resultó que Tefi tuvo un problemilla con los puntos de la cesárea y necesitó ir al médico, así que Luca la acompañó y Nacho se quedó junto a Cari cuidando de sus tres retoños. Cristóbal y Monito también estaban ocupados en una acampada con su grupo de amigos. E incluso Lleca tenía que hacer "algunos papeleos para la universidad", aunque Nico y yo sabíamos que lo que tenía que hacer era algo relacionado con su plan "reconquistar a Lucía" número 49585.

La historia larga (Casi Angeles 5) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora