Capítulo 9 - Reencuentro

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-VALERIA-

Logré recomponer mi rostro a tiempo, plantando la sonrisa más natural que fui capaz de fingir.

–Me alegro mucho por ustedes–dije, espero que aún estuviera sonriendo en ese momento–Hacen una linda pareja. Estaba claro que algún día llegaría este momento y es increíble que yo pueda estar aquí para verlos.

¡¿Cómo podía ser tan mentirosa, che?! La noticia me había caído como un balde de agua fría.

–Me alegra contar con tu aprobación, Vale–sonrío Kika, abrazándose a mi cuello una vez más y restregando su mejilla con la mía.

Alelí se disculpó y salió corriendo hacia donde la voz de Mel la reclamaba. Según lo que escuché, debía ayudarla a vestir a Amado y Bruno.

Tefi, Cari y Malvina también salieron, pues debían acompañar a Kika al piso superior para terminar de rematar los últimos detalles de su vestido. Creo que fui capaz de mantener mis labios estirados en esa sonrisa falsa hasta que las cuatro desaparecieron por el pasillo, y si no lo conseguí, no sería debido a mi falta de voluntad.

Al escuchar aquellas palabras salir de la boca de Kika, acompañadas de esa sonrisa feliz e inocente, pude sentir como si todo mi mundo -que por fin volvía a estar en pie- se derrumbara en un segundo.

Sinceramente, cuando le dije a Simón que no volvía al pasado por Rama, no había dicho más que la verdad. ¿Por qué volvería a por alguien que eligió a alguien más en vez de a mi?
Ademas, a mi ya no me pasaban cosas con Rama, ¿verdad?

Por supuesto. Yo no sentía nada por él. En pasado. Pero en aquel momento, podía afirmar que algún tipo de sentimiento estaba renaciendo en mi.
Porque si no era así, ¿cómo podía explicar exactamente ese dolor que sentí en el pecho o el ardor que precedía a las lágrimas en mis ojos al escuchar las palabras de Kika?
No. Era nostalgia, melancolía incluso. Nada podía renacer en mí porque Rama estaba enamorado de Kika y ella de él. Yo no tenía cabida en esa historia, así que no le daría más vueltas.

Sentí entonces como Mar pasó un brazo por mi cintura, posando su cabeza sobre mi brazo. Yo dejé caer suavemente mi cabeza sobre la suya.
Las lágrimas aún seguían golpeando mis lagrimales, pero no iba a llorar delante de todos.

–Doce, ¿se encuentra bien?–preguntó Nico acercó a mí, agachándose un poco para mirarme directo a los ojos.

–En mi mejor momento–mi voz de quebró al decir la última palabra. Mar acarició mi brazo con su mejilla y apretó aún más fuerte mi cuerpo.

Nico elevó sus cejas. Seguía frente a mí, con sus ojos celestes clavados en los míos y sus labios en un mohín. Cuando él volvió a ponerse recto y recuperó esos centímetros que había perdido al agacharse, no pude aguantarlo más y me lancé a su cuello. Resguardé mi rostro en el hueco de su cuello y comencé a llorar bajito. Nico pasó sus brazos por detrás de mi espalda y me abrazó con fuerza, dejando que me desahogara sin decir una palabra.

–Demasiadas emociones en tan poco tiempo, ¿no es cierto?–me susurró Nico. Yo asentí en su pecho, sorbiendo por la nariz.

Al cabo de unos pocos minutos, me separé. Jazmín se acercó, abrazándome y besando mi frente. Cielo me acarició la espalda. Mar se mordía las uñas y miraba hacia el techo, como si estuviera pensando qué podía hacer para ayudarme.

–Es por la emoción, les juro– me excusé, nadie me creyó.–Ya estoy bien, estoy mejor. Posta.

Limpié los rastros de lágrimas de mi rostro y mostré una pequeña sonrisa que apenas tuve que fingir. Todos sonrieron de vuelta.

La historia larga (Casi Angeles 5) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora