Capítulo 14 - Cualquiera

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Lorenzo se metió a todo el mundo en el bolsillo con sus encantos en menos de lo que canta un gallo. Nico parecía haber encontrado a un arqueólogo aficionado con que el conversar, los chiquitos hallaron en él a una persona que estaba dispuesta a revolcarse por el suelo para jugar con ellos y nos sorprendió a todos mostrando sus amplios conocimientos en varios campos de estudio al conversar animadamente con los maestros del Mandalay.

Tardé más de lo que me hubiera gustado en levantarme de la mesa. Lorenzo había dejado a todos tan ensimismados, que ni Cari se había levantado apresurada para meter la vajilla usada en el friegaplatos. Yo permanecí allí hasta que uno de los profesores se excusó y me dio luz verde para abandonar el salón en dirección al jardín. Aquel almuerzo se había alargado mucho más de lo que esperaba, estando la tarde más que avanzada, bañando en luz dorada el amplio patio de la mansión.
Caminé hasta el banquito de piedra sumida en mis pensamientos. Todo el rato daba vueltas a lo mismo. Quizás mi instinto estaba averiado, porque nadie parecía sentir lo mismo, pero ese hombre me transmitía unas sensaciones demasiado extrañas.

–Un tipo... curioso el tío de Thiago, ¿no, rubia?–la voz de Luca me sorprendió. Había caminado detrás de mi y ahora estaba dando la vuelta al asiento de piedra para sentarse enfrente. Luca mecía a uno de los bebés de Tefi y Nacho entre sus brazos. La estampa era muy tierna.

–Y... sí...–suspiré. Por un momento me debatí entre compartir mis dudas acerca de Lorenzo con él o no. Pero pronto me di cuenta de que Luca era un pibe de la calle, como yo, así que por ahí me entendería–Igual ese gato no me da buena espina, ¿viste? Es como medio extraño...

El sepulcral silencio que se instaló entre nosotros apenas nos acompañó por unos segundos, pero fue el tiempo suficiente para que mi mente pensara que había cometido un error diciendo aquello, que Luca no desconfiaba de ese tipo en absoluto y que yo seguía siendo la misma loca perseguid que había sido siempre.

–¿Sabes que sí? ¿Sabes que a mí tampoco me pareció buena madera? Sentí algo raro cuando lo vi, mientras hablaba,...–respondió en un susurro. Miró al bebé, del cual no diré el nombre porque ni tenía ni tengo idea de cómo distinguirlo de sus hermanos, y luego a mi, dándome a entender que debía hablar bajito pues había conseguido dejarlo dormido–Me es muy familiar, lo tengo de algún sitio, pero a la vez no se me parece en nada a Thiago o a Ornella.

–Sí, posta. Ya sabía yo que no me estaba haciendo la cabeza. Es raro, es raro–dije, un poco más alto de lo que debía, Luca sonrío antes de colocar un dedo sobre sus labios. Yo asentí e hice como si cerrara mi boca con una cremallera.

Pero en ese momento unas estruendosas voces procedentes salieron de una de las ventanas que daban al jardín. Parecían gritos. Había alguien pelando. Puse todo mi esfuerzo en descifrar quién gritaba, pero no conseguí estar completamente seguro de sus identidades. Solo escuchaba gritos distorsionados.

–Parece que todos se aliaron para no dejarte dormir, George–susurró Luca al bebé, que volvía a tener los ojos muy abiertos. Después se dirigió a mi–Lo mejor es no confiar del todo. Aunque tampoco digas nada a los demás, no quiero tenerlos a todos buscándole la quinta pata al gato. Y menos a Thiago, si de verdad es quien dice ser, ese hombre es lo único que le queda de su mamá. Pero si ves algo raro, decimelo, ¿si? Yo haré lo mismo.

Asentí casi sin mirarlo. Me tranquilizaba tener un compañero de cruzadas, a alguien que pensara como yo en un asunto tan delicado. Además, que ese alguien fuera Luca me reconfortaba aún más. Apenas conocía al Luca actual, al de 24 años, pero había pasado años sobreviviendo junto a él y sabía que ya no era el pibe lanzado y temerario que pondría en peligro a todos para salvar a unos pocos. Nuestra estancia en el 2030 templó su carácter y su alma, podía verlo en sus ojos.

La historia larga (Casi Angeles 5) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora