Capítulo 10- Café solo y con vos

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-RAMA-
El aliento de Valeria rozó mi oído al tiempo que su boca decía algo que no alcancé a escuchar debido a que la música estaba demasiado alta. Entonces se separó súbitamente de mi. Estiré mi mano para retenerla, no quería que se fuera. Pero ya era tarde, Vale había cruzado la plaza como un relámpago rubio, en dirección a algún lugar y me había dejado solo y ya nada podía evitar que uniera mi destino irremediablemente al de Kika.

El foco de luz que me iluminaba, no me permitió ver absolutamente nada de lo que tenía alrededor. De pronto, estaba rodeado por todos mis amigos, mis hermanos, o al menos eso creo pues sentí como Tacho me abrazada y me deseaba suerte, como Thiago daba palmadas en mi hombros mientras me animaba,...

De un momento a otro, todos se apartaron, haciendo un claro en medio de la multitud. Kika apareció frente a mi entonces. Nunca podría decir que Kika no estaba realmente bella aquella noche, ella parecía un ángel caído del cielo. Un nudo se instaló en mi garganta. Ella había sido un ángel enviado por el cielo cuando estaba ciego, ella había sido mi salvación en varias ocasiones. Cuánto la había amado, qué importante había sido para mí y qué mal me hacía sentir solo el pensar en hacerle daño.

La música fue bajando lentamente, volviéndose casi un susurro. Kika estaba ahí, frente a mi, pero yo no podía dar un paso hacia delante.
Al cabo de unos segundos, un ligero rumor se extendió entre la gente que nos rodeaba. Yo estaba seguro de que era debido a mi actitud de pasmarote, pero eso tampoco me animaba a caminar hacia Kika.
Fue un empujón seco, que por la fuerza de este supuse que me propinó Tacho, el que me hizo comenzar a andar hacia delante.

–Estás tan lindo, Choco–susurró Kika cuando estuvimos frente a frente. Tomó mi rostro con sus manos y me besó dulcemente. Yo la correspondí. Pero no dije ni una palabra, apenas me reconocía. No podía reaccionar.

Por el rabillo del ojo vi la cara descompuesta de Mar, que agarraba el brazo de Justina. Luz también tenía el rostro pálido y el gesto rígido.
La música volvió a subir entonces. Kika puso sus manos sobre mis hombros y comenzó a trazar los pasos que Tina había preparado para la coreografía que íbamos a escenificar, yo me moví mecánicamente recordando los pasos.

Y fue en ese momento cuando todo se detuvo. Un grito colmó el aire y me heló la sangre. Como si todo a mi alrededor fuera a cámara lenta, pude ver las caras de horror de todos, las lágrimas saliendo en cascada de los ojos de Luz, como Mel cargó a Bruno y metió a los demás niños dentro de casa,...
Quité los brazos de Kika, que estaban aferrados a mi cuello, para salir corriendo y arrodillarme.
Allí, tirada en el suelo y rodeada por todos, Tina descansaba como dormida. Estallé en lágrimas en ese momento, creo que incluso pateé algo. También grité por ayuda, pidiendo una ambulancia, un médico,...

–¡Apártense, chicos! ¡Tina está bien, dejen espacio!–gritó Nico, que estaba apostado justo al lado de la ex ama de llaves de la Fundación BB.

Apenas unos minutos después una ambulancia salía directa hacia el hospital, con Nico y Cielo como acompañantes de Justina.
No encontraba a Kika por ningún lado. Tampoco había vuelto a ver a Valeria.

Luz lloraba a lágrima viva apoyada sobre Alelí. Jazmín sollozaba dentro del abrazo de Tacho. Mar corrió al interior de la casa. Yo apenas podía respirar, creo que tuve una especie de ataque de ansiedad.

Me disculpé de todo aquel que encontré a mi paso. Entré al hogar tan rápido como pude, haciéndome con las llaves del coche de Lleca y saliendo hacia el otro lado, donde estaba aparcado el auto.

La historia larga (Casi Angeles 5) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora