Antes de empezar a leer, solo decir que los personajes y lugares pertenecen a la saga de Harry Potter, escrita por J.K Rowling. Espero que disfrutéis leyendo tanto como yo escribiendo. Un saludo.
Prologo.
"Grite desesperada. Nada ocurrió. El dolor seguía ahí. Y empezaba a ser insoportable. Me retorcí sin parar. Seguí gritando fuera de mi hasta que el dolor pareció remitir. Abrí lo ojos, apunto de desmayarme y le vi de pie ante mi. Me miraba divertido apuntándome con la varita. Pensé que seguiría torturándome, pero no lo hizo.
-Si quieres llegar a ser tan buena como tu creador, vas a tener que esforzarte muchísimo mas.
Me apunto otra vez con la varita y grito la maldición imperdonable."
Volví a gritar, pero esta vez no esta en mi jardín siendo torturada por el mago tenebroso mas poderoso de la historia. Estaba en una cama horrible, en un Motel horrible, en el horrible mundo Muggle.
Me levante dolorida y me vestí. No pensaba pasar más tiempo en ese infierno. Metí la poca ropa que tenia en una vieja mochila y baje al vestíbulo del motel. Mire al dependiente, un chico de unos veinte año que me lanzo una mirada lasciva. Le devolví una mirada gélida y me acerque a él con cara de asesina. Una de las pocas cosas buenas que me había enseñado mi padre era a dar miedo. Mucho miedo. El chico había dejado de mirarme y ahora dirigía su mirada hacia el suelo, intentando poner un interés absurdo en sus zapatos.
-Mírame.-Fue lo único que dije. El obedeció casi al instante. No quería perder más tiempo así que con un movimiento de mi mano derecha le borre cualquier recuerdo de mi existencia. Hacer magia en el mundo muggle era peligroso. Tenia que mantener un hechizo que funcionaba como escudo al rastreador del Ministerio y era un hechizo difícil, que me quitaba mucha energía, pero valía la pena.
Me di la vuelta y salí a las calles heladas de Londres. Camine sin rumbo fijo entre las horribles callejuelas de ese pequeño barrio. Era muy fácil vivir así. Cuando quería algo solo tenía que cogerlo y largarme borrando la memoria a todo el que me haya visto. Y así había vivido desde la muerte de mi padre. No me importaba nada seguir viviendo así el resto de mi vida, pero empezaba a sentirme rara. Algo me faltaba. Sentía un vacío en el pecho. Había llegado a pensar que era por la muerte del tarado de mi progenitor, pero al pensarlo mejor solo me alegraba que se hubiese ido al infierno. Empecé a sentir hambre así que me encamine hacia una pequeña cafetería que no tenía el aspecto asqueroso de todas las que la rodeaba.
Como siempre que entraba en un lugar, todos lo ocupantes de dicho lugar se me quedaban mirado embelesado. No me sorprendía pero tampoco me gustaba. Con un metro casi ochenta era difícil no verme, aunque mi figura era delgada y a pesar de los años de entrenamiento, las curvas brillaban por su ausencia. Lo único a resaltar era el color de mis ojos. En otra época, correría el riego de ser quemada por bruja. Me acerque a la barra y en seguida había un camarero delante de mi. Me dio algo de pena. Parecía que estuviera a punto de desmayarse ante mi presencia.
-¿En que puedo servirle, señora?-Note que hacia un esfuerzo tiránico para hablar y decidí ponérselo mas fácil. Me senté en una de las altas sillas de madera y mostré una de mis encantadoras sonrisas.
-Llámame Alicia- no era mi verdadero nombre, pero tampoco pensaba decirle la verdad.
El chico pareció relajarse un poco. Me miro durante un segundo y hablo de nuevo.
-¿Que le pongo, Alicia? -Se relajo un poco mas cuando me reí de su incomodada y pareció perder todo signo de desmayo cuando le pedí comida para llevar.
No tardo ni diez minutos en servirme. Me dio la bolsa con mi comida y me soltó un "invita la casa" antes de atender al siguiente cliente. Yo me levante sonriente. Tampoco pensaba pagarlo, pero que me invitara me resulto simpático.
Salí de restaurante con una sensación rara y me di cuenta en que fallaba mi plan de pasarme el resto de mi existencia así. El contacto humano. Me divertía poner nerviosa a la gente. O simplemente hablar. Pensar en eso me hizo sentirme terriblemente sola. Y también me di cuenta que nada podía hacer para cambiarlo. Me teletransporté a la capital y me perdí entre la gente. Pronto encontré un hotel, muchísimo más bonito que el que había habitado la noche anterior y entre sin pedir una habitación. Cree una no demasiado grande en el ultimo piso y me pase el resto del día pensado en que podía hacer para dejar de sentir ese vacío en el pecho. Y una idea surgió como salida de un cuento justo antes de quedarme dormida. Pero no le di mucha importancia. Me parecía una locura. Una de esas ideas que aparecen en los momentos más inoportunos. La deseche y me dormí pensando en que estaba loca por tan siquiera pensarlo. La escuela de Hogwarts de Magia y Hechicería nunca aceptaría a la hija bastarda de Lord Voldemort.
ESTÁS LEYENDO
Hija Bastarda
FanfictionSexo, sangre, amor y otra infinidad de locuras asolaran la vida de esta chica con un pasado muy oscuro. Ser la hija del mago tenebroso mas poderoso de la historia es un terrible castigo que no se merece Kim. Aunque piensa que estara sola para el res...