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—Conocí a Beltrán en el hotel París hace unas semanas —explicó Lucía —. No empezamos con buen pie.
Alba y Francisco se intercambiaron una mirada, esperando más. Lucía se humedeció los labios intentando encontrar las palabras con las que explicar su historia sin que sonase especialmente mal. Sacudió la cabeza.
No, pensó ella, esto empezó antes.
Se abrazó un poco, arrepintiéndose ahora de haber dejado el abrigo en el coche, pero lo suficientemente cabezota como para no ir a cogerlo. Francisco y Alba no tenían ya siquiera noción del frío de la noche madrileña. De hecho, ambos pensaban que Lucía simplemente se estaba abrazando como respuesta física a recoger sus pensamientos antes de confesar su historia.
—Antes de conocer a los Coleman —comenzó ella, pensando por un momento en lo decepcionados que estarían sus padres adoptivos con todo el asunto—, Victoria me encontró un trabajo en el hotel. Tenía una amigo que trabajaba allí, y le dijo que necesitaba chicas.
Francisco levantó las cejas y cruzó los brazos. No sabía si quería seguir oyendo esta patraña, pues estaba seguro que cualquier cosa que saliera de su boca era mentira, si además era sórdida.
Cómo que necesitaban chicas, pensó él, ¿Chicas para qué?
Lucía se fijó en el pequeño gesto y asumió en seguida lo que estaba pensando Francisco.
—No era nada de eso —dijo ella cortante, cansada de la rígida postura de Francisco—. Quería que estuviese en el casino del hotel y hacer como que jugaba a las cartas —paró un segundo, pensando en el trabajo, y sonrió un poco recordándolo—. Era estúpido, pero si había chicas jugando venían más clientes y el hotel consigue más dinero.
—¿Qué tiene que ver esto con Beltrán? —Francisco preguntó impaciente. No le importaba en absoluto las estrategias económicas de un hotel. Quería respuestas, rápido. Quería resolver esto ya y volver a casa para encontrar a Carlos. Desde que le habían dejado solo en la fiesta, tenía una sensación horrible en el estómago, como de culpa. Y Lucía ya había gastado suficientes minutos de sus vidas.
—Ahora va —se quejó Lucía, molesta por la interrupción —, Dios... Beltrán vino un día a probar suerte en mi mesa, jugábamos al Blackjack —los ojos de Lucía se iluminaron un poco, le apasionaba aquel juego —. Es un juego fascinante. El objetivo es conseguir llegar al número veintiuno con tus cartas, pero sin pasarte. Y si—
—Lucía —interrumpió Alba, no quería que se fuese por las ramas —. Beltrán fue un día, ¿y qué pasó?
Alba quería, al igual que Francisco, terminar con esto. Puede que sintiese pena por Lucía, pues sabía de la dura vida que había llevado, pero necesitaba hablar con Carlos. Ahora que sabía que Francisco estaba a salvo, su única preocupación había vuelto a ser Carlos. Todavía podía visualizar los dolidos ojos con los que la había mirado en la fiesta, cuando había oído a Francisco llamarla Alba. Necesitaba explicarse cuanto antes, así que Lucía tenía que centrarse en lo esencial.
Lucía se recuperó de la interrupción. No le importaba tanto si era Alba la que le cortaba en medio de un pensamiento, pues sabía que lo hacía sin mala intención. Francisco, por otro lado, parecía que quería que cayera muerta en aquel mismo instante. Así que simplemente volvió a recordar por dónde iba y lo retomó.
—Yo ya sabía qué hacer para ganar, siempre —dijo ella, y volvió a abrir un poco más los ojos recordando buenos momentos —. El crupier, Marco, me había enseñado. Se trata de contar cartas. Solo hay que llevar la cuenta de qué cartas han salido, cuáles tienes y qué cartas están por salir. Entonces lo que haces es—
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Las chicas del cable - Lucía
Fanfiction*Spoilers de la primera temporada* El encuentro entre Francisco, Carlos y Alba se ve interrumpido cuando Francisco recibe una terrible noticia. Algo que no solo le pone en peligro a él, sino potencialmente a toda la familia Cifuentes, a la empresa y...