Capítulo 2

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Estábamos de camino a una cafetería, Charlotte's, me había dicho Kate que se llamaba. Allí nos esperaba una de sus amigas, Lizzie, y esta me había prometido que ella me caería estupendamente bien, palabras textuales.
Tenía que admitir que Kate era genial, parecía de las típicas personas a las que podías confiarles cualquier cosa, y aunque todavía no somos lo suficientemente cercanas como para contarle mi vida, se que en un futuro podría serlo a la perfección o al menos eso creía, tampoco nos precipitemos.

-Bueno, aquí es- me miró esperando una reacción. El local era muy estilo de los 80. Las mesas eran rosas y las sillas negras con pequeños cuadrados blancos y negros. Las camareras iban en patines.

Todo un cliché digno de la ciudad de los Ángeles.

Asentí ligeramente mientras observaba con detenimiento cada detalle del lugar. Nos dirigimos a una de las mesas del fondo donde nos esperaba una chica pelirroja con varias pecas en la cara que le daban un cierto toque infantil, pero a la vez atractivo.

-¡Hola! Tú debes de ser Skyler, bueno, Sky, Kate me ha dicho que te gusta más- se encogió de hombros. Vaya, aquí las notícias circulaban rápido -Yo soy Lizzie- sonrió y me abrazó a lo que me quedé un poco sorprendida. Al cabo de unos segundo le di unas palmaditas en la espalda como respuesta a su obra de afecto.

-¿Tú también vas al mismo instituto que Kate...?- un par de gritos procedentes de un grupo de chicos me interrumpieron y llamaron la atención de todos los que había en el local. ¿Pero qué...?

-¿Por qué tienen que ser tan escandalosos? ¿Es que acaso no saben lo que es hablar como un ser humano?- Lizzie entornó los ojos con cansancio.

Vaya, seguro que con ella también me llevaría bastante bien.

Me quedé observando al personal que acababa de entrar. No me andaré por las ramas, todos estaban bastante bien, pero también tenían pinta de creérselo y con eso me refiero a 0 humildad. Lo sé, típico, pero era exactamente eso lo que transmitían.
Eran cinco. Había un chico rubio con el pelo perfectamente peinado y con una sonrisa blanca preciosa. Al lado, dos chicos morenos, al parecer gemelos, con unos ojos azules que dejarían muerta a cualquiera. También estaba el idiota de esta mañana...Dan, sí, eso.
Cuando me fijé en el último chico, el cual sostenía un cigarrillo entre los dedos a pesar del gran cartel que había en la puerta que prohibía fumar en el recinto, básicamente me quedé flipando. Tenía la mandíbula muy marcada, unos ojos de color marrón claro que me hacían sentir una curiosidad tremenda sin razón aparente, y unos labios gruesos que seguro escondían una sonrisa blanquísima, y digo escondían porque tenía cara de que iba a morder a alguien en cualquier momento, literalmente.

Mierda.

Me di la vuelta rápidamente, mirando de nuevo a Kate y Lizzie.

Me había pillado observándolo.

-¿Quienes son?- pregunté con curiosidad.

-Esos- Kate señaló a los chicos -son los amigos de mi hermano, se pasan la vida en mi casa y yo tengo que encerrarme en mi habitación porque uno de los estúpidos gemelos trata de ligar conmigo, aunque se lleva bastantes sopapos por parte de Dan. Resulta divertido.- se encogió de hombros mientras le daba un sorbo al batido de Lizzie. -El de las gafas se llama Fred, los gemelos son Adam, el del pelo más corto y Mark, que lo tiene un poco más largo, luego está Alek y por último mi hermano. No me malinterpretes, son un poco imbéciles, pero son buen rollo.-

Volví a mirar al chico de antes con determinación. Ésta vez con más cuidado.

-¿Con que te ha gustado Alek, eh?- Lizzie me miró con una sonrisita pícara. -Siento decirte que es el más imbécil de todos. Es lo más antipático que ha conocido este universo y no exagero. No quiere saber nada de tías a menos que sea para tirárselas, créeme lo sé por experiencia- le arrebató su supuesto batido a Kate para luego terminárselo. Fruncí el ceño. ¿Se habrían acostado? A decir verdad Lizzie era una chica preciosa, no sé porque me sorprendía. Aunque quizá no hubo sentimientos por parte de ninguno ya que a ella no se le veía afectada...

¿Qué hay con esa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora