Capítulo 15

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SKYLER

A penas había pegado ojo, estaba tremendamente cansada y con un dolor de cabeza horrible. No tenía ganas de ver ni de hablar con nadie, ni siquiera con mi padre. Solo quería quedarme en la cama, engullendo algún libro y dormir de nuevo hasta el día siguiente, pero eso no iba a pasar puesto que Fred vendría por la tarde a estudiar conmigo. Me sentía como una mierda. Aunque trataba de no darle demasiadas vueltas a lo de ayer, aquello rondaba por mi cabeza una y otra vez, y de cada vez me convencía más de lo que Alek me decía. No me merecía a alguien como Fred. Sin embargo, no podía decírselo. No quería arruinar lo que fuera que tuviéramos por una mierda de beso que no significó absolutamente nada para mí y mucho menos para Alek. Fue producto de la atracción, y tenía claro que no se iba a repetir, no más.
Me levanté por fin de la cama y me quité los restos de maquillaje de ayer. Tenía un  careto deprimente y las ojeras ocupaban tres cuartas partes de mi cara. Me deshice del pijama y me metí en la ducha para intentar que el dolor de cabeza cesara. Cuando salí me hice una coleta alta y me vestí con un pantalón de chándal y una sudadera de los Lakers. Ni si quiera me interesaba el baloncesto, pero esa sudadera era de lo más cómoda. Agarré el móvil de la mesita de noche y bajé las escaleras.

Fred 10:30 am

En una media hora estaré ahí

Sky 10:32am

Genial, avísame cuando estés abajo, iré a tu rescate, mi padre está en casa...

Fred 10:33am

Tu padre me da miedo. Nos vemos en un rato.

Solté una risita mientras bajaba los últimos peldaños que llamó la atención de mi padre, que estaba apoyado en la encimera vestido con unos vaqueros y un polo azul. Era raro no verlo con traje. Me dirigí hacia la cocina y cuando me adentré en ella vi que no estaba solo. Fruncí el ceño mirando a la mujer rubia que estaba al otro lado de la encimera observándome con una sonrisa enorme pero a mi parecer, nada sincera.

-Hola, cariño. - mi padre se levantó y se acercó a mí. Depositó un beso en mi frente y se giró hacia la mujer desconocida que había en mi cocina. -Te presento a Vanessa. Tuvo un problema con el coche aquí al lado y se quedará aquí hasta que llegue la grúa.- ¿Qué...? Cómo podía meter a una completa desconocida en casa, ¿y si era un truco o algo para robarnos? Es que acaso mi padre no veía lo insensato que estaba siendo. Me lo quedé mirando con asombro sin poder decir ni una palabra. La tal Vanessa se acercó un poco a mí y me volvió a sonreír algo incómoda.

-¡Pues tú debes de ser Skyler! ¡Vaya! Es más guapa de lo que me habías dicho.- ¿le había hablado de mí? ¿Por qué le había hablado de mí? No sabía que responder ante una situación así, por lo que lo único que hice fue intentar sonreír para que mi padre no me diera la lata luego acusándome de mal educada. Me encaminé a la nevera y cogí el brick de zumo y una manzana. Observé como ellos volvían a una conversación de no sé qué y aproveché para analizar a la mujer mientras desayunaba. No me daba buena espina, tenía algo que me tiraba para atrás, y tampoco me gustaba para nada como la miraba mi padre. A ver, era muy guapa. Bastante joven, unos 35 años, pelo rubio, ojos grandes y oscuros, sonrisa blanca y perfecta, por no hablar de que se mantenía bastante bien, tenía una figura envidiable, a decir verdad. Tenía algo que me hacía recordar a alguien pero no sabría decir a quién.
Terminé de comer y me levanté para irme al salón y perder esa escena de vista.

-Papá, Fred vendrá a estudiar a casa...- me llegó un mensaje suyo. -...ya, de hecho. No digas nada raro, ¿vale?- lo fulminé con la mirada por no obtener ninguna respuesta hasta que finalmente asintió rodando los ojos. Fui a abrir con un humor repentinamente bueno y me encontré a un Fred con unos vaqueros azules, una camiseta blanca y una cazadora de cuero negro. Sonreí y él hizo lo mismo. -Hola, pasa.- le dejé espacio para que lo hiciera y me dio un beso rápido en la mejilla, cosa que agradecí puesto que mi padre nos estaba mirando desde la puerta de la cocina. Fred le saludó, y claro que por educación, a Vanessa también. Para evitar situaciones incómodas, arrastré a Fred del brazo y subimos a mi habitación, no sin antes escuchar a mi padre diciendo que dejáramos la puerta abierta. Agarré mi mochila y la posé sobre el escritorio para sacar los trastos y ponernos en marcha. Fred me miraba expectante desde la cama con una sonrisa. ¿Dónde narices estaba mi libro de química? Lo empecé a buscar por todos lados nerviosa, ya que notaba la mirada de Fred clavada en mí. Cuando por fin lo encontré, unos brazos me rodearon dándome la vuelta por completo. Sonreí quedando muy cerca de su cara.

¿Qué hay con esa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora