Sombras destinadas (KuroMahi/yaoi)

Convicción

—Ya no tengo idea de lo que debo hacer con él, se supone que mejoró, pero mi maldita enfermedad arruinó todo rastro de felicidad que le quedaba y se que...— Misono calló a su amigo desesperado al saber lo que diría.

—Debes tratar de seguir adelante, si tú lo haces, Ash igual, ¿no lo pensaste? Por lo que veo te estás rindiendo, así que deja de preocuparte únicamente en ese chico y piensa en ti mismo, en lo que te está pasando. Estoy seguro de que si sigues adelante van a solucionarse las cosas entre tú y Ash.— debatió el peli-morado mientras miraba la reacción de Shirota, su expresión mostraba lo confundido que se encontraba en ese momento. 

—¿Rendido? Pero yo no he...

—Si, lo haces. ¿No te das cuenta? Todos ya lo vimos, le dices a Ash que no haga nada si tú mueres, eso lo empeora todo, le estás agrandando la idea de tu muerte, y eso es lo que causa que él no pueda prometer nada. ¿Lo pensaste acaso?— Su tono era firme, era consciente de que Mahiru estaba dolido y desconsolado, pero lo que necesitaba era que le abrieran los ojos.

Ambos se encontraban en el cuarto de el chico enano, ya era de mañana, pero la noche anterior había ocurrido tan rápidamente...Pues un castaño llegó con los ojos llenos de lágrimas y pidió hospedaje sin dar explicación alguna, ¿qué le ocurría? Eso lo supo el peli-morado a la mañana siguiente, en la que el chico relató su pelea con el chico celeste, todo con ojos cristalizados y una expresión enojada y melancólica, y Misono se dio cuenta en el mismo momento del origen de las dificultades del castaño.

Por parte del chico, estaba perturbado, ¿era su culpa que Kuro no pudiera prometer hacerse nada? Luego de las palabras de su amigo, parece que así era, pero no había podido evitarlo, pues luego de enterarse de su problema mortal, había caído en una clase de tristeza inexplicable, pues ahora sentía que su fin se acercaba poco a poco y no podría hacer nada para evitarlo, en realidad, su tiempo se volvía efímero, como había escuchado alguna vez, y por ello dejó de preocuparse de ello, no le interesaba saber si estaba mejorando, porque interiormente sabía que no era verdad, que su pequeña y frágil vida se rompería como un vaso de cristal contra el suelo, no le interesaba que los doctores dijeran que no era nada para alarmarse, no lo creía. Y ahora mucho menos, porque sus sospechas incrementaron al darse cuenta de que debían operarle, en ese momento lloró como nunca antes, no había llorado de esa manera luego de la muerte de su madre, y ahora pensaba que estaba cerca de su reencuentro con ella, ¿podría estar más deprimido? Ahora sabía lo que se sentía esperar la muerte en la puerta de tu casa, y que esta en cualquier momento le visitaría y lo haría mudarse, para siempre...

Se levantó, tembloroso, murmuró un "Me tengo que ir" apenas audible para Misono, que solamente asintió sabiendo lo que haría en ese momento Mahiru. El castaño salió de la habitación con la boca en una fina línea. Cuando llegó a su destino, se encontraba frente a la puerta de su habitación, en la que esperaba que Kuro estuviese del otro lado. Pudo confirmar eso al escuchar unos suaves y roncos sollozos, por lo que dedujo que estaría llorando toda la noche, tanto que ya le debían arder los ojos y garganta. Respiró hondo, y abrió la puerta con lentitud...

La más grande pesadilla que pudo haber visto, estaba ante sus ojos...

[...]

—¿..Ku..ro..?

—Mahiru, no...es lo que parece...— trató de excusarse el peli-celeste, no quería ni imaginar lo que pasaba por la mente del castaño en esos momentos, ¿lo golpearía? ¿se alejaría? Cualquiera de las respuestas a sus preguntas le aterraba, pues la más importante era la que definitivamente tenía como respuesta un No.

¿Lo perdonaría luego de eso?

—Creo que..mis ojos funcionan lo suficientemente bien como para..saber que estoy viendo lo que creo que estoy viendo.—tartamudeó el castaño mientras recuperaba el aire que había estado conteniendo desde que ingresó a la habitación.