Simples Días

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El castaño se encontraba regañando a su novio ese día por la mañana, como a toda ama de casa, le molestaba la suciedad causada por el peli verde.

El muchacho es alguien que ama lo simple, y odia lo complicado, se ha mentalizado de ese modo desde hace mucho tiempo, pero un problema se había agregado a su vida, ese era compartir el apartamento de su tío con su actual pareja, la cual con solo veinte minutos de llegar había roto dos platos.

Sakuya no era perfecto, mas bien era muy torpe, celoso, infantil... Y muchas cosas más, pero el menor no había podido evitar enamorarse del amigo que había estado con él desde que tenia memoria, aquel que lo apoyó al ser nuevo en los viejos tiempos, y que estuvo con él siempre. Recordaba el dolor de perder a su única familia, el que le daba consejos, y lo comprendía a la perfección. Él le había dejado unas cartas al castaño, pero este no se atrevía a abrirlas todavía.

—Sakuya, debo ir al trabajo, ve al tuyo antes de que continuemos peleando.— Dicho eso, tomó sus llaves dejando a un desconcertado pelo verde sentado en la mesa de el comedor. Afuera su amigo Licht lo esperaba en su auto, siendo bastante famoso, no podía faltar le los mejores lujos, aunque insistía en que un ángel debe tener lo mejor.

El castaño se subió al auto blanco saludando a su amigo, el cual le devolvió el saludo con un simple "Buen día, Mahiru".

—Lo mejor será apurarnos, llegamos algo tarde al trabajo.— El azabache asintió comenzando a manejar por las calles.

Era un día soldado, y se encaminaban a la tienda de música, donde ambos chicos trabajaban casi todo el día, con los fines de semana como descanso. Al llegar, se bajaron y entraron a la tienda, una campana sonó al abrir la puerta, alertando a su jefe de ello. El dueño del lugar simplemente los saludó y les indicó lo que debían hacer hoy.

1. Ir a cambiarse.
2. Organizar los nuevos álbumes que llegaron en la noche anterior.
3. Vender lo que pudieran.

Lo de siempre.

Ya listos, cada uno se separó directo a una zona con una caja llena de discos o algunos cd, al castaño le sorprendía que hubiera personas que aún escucharan música vieja, pero lo respetaba, a el mismo chico le gustaban canciones de cuando su tío era de su edad. Mahiru acomodaba los discos pacíficamente hasta escuchar dos voces que conocía muy bien, Licht y Lawless, el dúo de maniáticos. No quería que armaran una pelea en plena tienda, por lo que se les acercó para asegurarse de que no hicieran daños.

Pero lo extraño es que no peleaban, parecían estar hablando de algo importante, el castaño se agachó escondiéndose en la estantería que se encontraba al lado del par.

—¿Sigue sin mejorar?— preguntó el azabache aparentemente preocupado.

—No, hablo con él, lo regaño, le doy consejos, ya no tengo idea de lo que debería hacer. Estoy considerando llamar a algún psiquiatra, porque.... No dejo de encontrar sus malditos escritos, me preocupa que un día de estos vuelva a intentarlo.

El castaño estaba confundido, parece que hablaban de alguien que la pasaba mal, haciendo preocupar al pelo naranja, no hablaba mucho con este, pero le conocía lo suficiente para saber que su paciencia es muy baja.

Decidió no meterse más e irse.

Llegada la hora de el descanso, ambos amigos fueron a la sala de receso al pie de los vestidores; el castaño tomó su almuerzo, algo simple como una ensalada, arroz y pollo, el azabache comía una torta de melón, pero el castaño sabía que con eso no le daría hambre en horas, muchas veces le reclamó a su amigo por ser una mala alimentación, pero jamás le hizo caso, por lo que decidió no insistir más.

Sombras destinadas (KuroMahi/yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora