Recuerdos

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Final II

Todos mantenían la vista en aquel hombre de vestimenta blanca, que parecía analizar sus palabras primero para que de este modo no alarmara a ninguno de los allí presentes.

—Shirota ha tenido un serio problema cuando estábamos por terminar, pues el tumor al ser movido o alterado tantas veces comenzó a afectar el nervio que podría haberlo dejado ciego, y mientras los doctores trataban con eso, tuvimos otra complicación, esta es muy extraña... 

[...]

Los doctores movían con velocidad sus manos de un lado a otro mientras trataban la castaña cabeza del muchacho que había puesto su vida en manos de ellos. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? Ya habían manejado correctamente la primera complicación, así que, ¿qué causó que el chico en la camilla comenzara a temblar de forma tan extraña?

—¡Traigan algo para sedarlo! Puede que esté despertando...— decía uno de los doctores allí presentes.

Un hombre que tenía cubierto su rostro por el tapabocas y el gorro inyectó un líquido color celeste en el brazo del chico, mientras este comenzaba a calmarse y los doctores, aliviados, terminaban su tarea vendando la herida que próximamente cicatrizaría. Pero justo en el momento en que cortaban aquella cinta blanca, el chico abrió los ojos de golpe, sintiendo un fuerte dolor en la zona que había sido abierta recientemente. Esto alertó a la enfermera a su lado, pues se su pone que el muchacho no debería estar despierto hasta la mañana siguiente o como mínimo dentro de una hora.

—Y-yo...— trataba de hablar Shirota, pero el dolor era punzante, y ahora era como si algo extraño recorriera su cuerpo, ese algo era frío y rodeaba su pecho como una capa de hielo. Lo que hizo que por instinto llevara sus manos a aquella zona, tratando de aliviar el ardor que aquel frío le provocaba.

—Shirota, aguanta, ¡no cierres los ojos de nuevo!— gritaba la muchacha de cabellos morados mientras con preocupación, trataba de llamar a todos los médicos posibles y trataba de inyectarle a el castaño un líquido verde para poder calmarle su dolor y que dejara de moverse, si no lo lograba sería difícil tratarlo.— ¡Mahiru no cierres los ojos!

Mahiru miró los orbes de esa chica, y distinguió algo peculiar en ellos, eran rojos, exactamente el mismo tono carmín que poseía Kuro. En eso lo entendió y dejó de moverse para después sonreír con dolor al perderse en los ojos de la chica, pensando que eran los de el peli-celeste.

—Tus...ojos...— le susurró a la muchacha que al instante posó su atención en aquellas palabras.— Son como...los de él... ¿I..Ira te decí..an?

—Si, y mi hermano me matará si llegas a rendirte. Mahiru, esta situación depende de ti, no te rindas...— Los orbes ámbar comenzaban a perder color, aquel brillo que según Kuro parecía ser la constelación misma, se apagaba poco a poco, dejando un cielo nublado y abandonado.— Mahiru, ¡no cierres los ojos!

—Kuro...no dejes de vigi...larlo... P-posible..mente...haga una...lo..cura...

¿Cómo podía hablar? Todos los pacientes tenían dificultades máximas para hablar al despertar de una cirugía como esa, por ello Ira no entendía cómo el chico estaba hablando tan vivamente, pero en sus ojos se veía como el alma del castaño se desprendía de su cuerpo.

—Lo voy a vigilar, no te preocupes.— aceptó al ver que no podía hacer nada. Unas lágrimas comenzaban a derramarse de sus ojos cuando el chico perdía color.—¿Puedes aguantar un poco más? Sería injusto que no te despidieras.

—...No...no lo sé...— Pero al no negarse, la chica rápidamente le gritó a un doctor  que llamaran a Kuro.

—Mahiru, aguanta solo un poco más.

Sombras destinadas (KuroMahi/yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora