[Quédate a dormir]

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Uno de los frutos más hermosos de la amistad es la confianza. Esa confianza con la que no sólo puedes contar tus más grandes temores o anhelos; esa confianza con la que puedes llegar a la casa de tu amigo, abrir su refrigerador y comerte un yogur.

Y ese era el tipo de relación que Marinette y Chat Noir mantenían.

Después de varias semanas de quedarse hasta la luz de la Luna a platicar, tomar chocolate caliente, visitas inesperadas en la escuela, Marinette sentía que había encontrado un amigo tan íntimo y tan confidencial, una clase de amigo en donde el cariño era genuino y tenía la certeza de que no buscaban lastimarse el uno del otro.

Ella al principio pensaba que él insistiría sobre su identidad, pero no fue así. En realidad, Chat Noir parecía ser otra persona, una persona que jamás pudo notar en él al principio y aunque fuera difícil de aceptar, le gustaba.

"¿Cómo te fue hoy?", le preguntó el de las orejas negras mientras permanecía acostado en la cama de la chica y dejaba colgar su cabeza en el aire. Se sentía cómodo en realidad, a pesar de la posición tan extraña y sentir como la sangre se le subía a la cabeza, sintiendo su rostro arder. Marinette estaba sentada al pie de la cama y podía mirarlo perfectamente.

"Puedo sobrellevarlo mejor", ella respondió. "A veces actúa extraño e intenta hablarme" continuó, "pero prefiero evitarlo todavía".

El gato sonrió de lado y jugó con el cabello de la chica. "Sólo dale tiempo al tiempo" le aconsejó.

Ella asintió y se acomodó mejor de lado para ver el perfil del héroe. Le sonrió y besó su mejilla delicadamente. Una corriente atravesó a ambos. Ella evitó el rubor en sus mejillas, pero él no corrió con tanta suerte. Aunque el antifaz le ayudaba bastante a disimularlo.

Suspiró con pesadez para mirar el techo después. ¿Podría estar bien lo que estaba haciendo? Tal vez no era correcto jugar de esa manera, ni aprovecharse de que conocía su identidad y ella desconocía la suya.

"Hey", escuchó decir a lo cual sus pensamientos se interrumpieron y él se sentó para mirar a su amiga, quien jugaba con sus dedos nerviosa mientras miraba el suelo de su habitación y los calcetines morados que portaba.

"¿Qué ocurre?" le preguntó con curiosidad.

"Quisiera saber..." empezó a decir Marinette mientras daba una gran bocanada de aire, "... si es que podrías ayudarme con algo". Él sonrió mientras reía y asentía para ponerse de pie e hincarse frente a ella.

"Claro que lo haré" aseguró. "Pero antes... hagamos patrulleo". Ella giró su cabeza a los lados en busca de un reloj. ¡Lo había olvidado por completo! Asintió y se transformó para salir en silencio con él bajo la luna llena de la ciudad acompañada de la luz de las estrellas y la gran Torre Eiffel. Ambos se separaron por el norte y el otro en el sur.

"El amor puede doler", pensaba Chat Noir al saltar entre los tejados y asomarse en los callejones. Pensaba en el semejante lío en el que se había metido. Si bien, estos días como Adrien había intentado acercarse, hablar amistosamente con Marinette pero entre su timidez, nerviosismo y que ella lo evitaba, no obtuvo éxito alguno. "¿Por qué no existen las máquinas del tiempo?" reclamó al aire al golpear un barandal con su barra. Debía controlarse o perdería la cabeza.

Probablemente si la existiera, no sabría lo que ahora y no hubiera aprendido, por lo tanto, equivocarse llega a ser lo correcto, porque es una manera en la que uno puede crecer.

Suspiró al volver a la torre Eiffel, mientras esperaba a su compañera y dejaba colgar sus pies de aquél frío metal. Ella ya había demorado.

Estaba atrasada por que se perdió entre sus pensamientos. Sus pasos o tal vez los latidos de su corazón la llevaron a aquella mansión que todos conocían. La miró desde un edificio alto mientras suspiraba y se recargaba en la pared suspirando.

No me olvides [Marichat-TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora