[La forma en la que te amé]

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Decidió que sería bueno salir con Alya. Necesitaba romper aquella monotonía de sus días. Así que se levantó de temprano para darse una ducha y arreglarse un poco. Mientras se miraba al espejo se sonreía al pensar que él le diría que se ve hermosa incluso sin maquillaje, lo loco que le volvían sus pecas y las ganas que tenía de besar sus labios.

Tragó saliva limpiándose la pequeña lágrima de su mejilla. "Hoy saldré por ti, gatito", dijo animándose y se sonrió para bajar hacia la sala.

"¿A dónde, tan linda?" preguntó Tom dejando el periódico a un lado de él y parándose del sofá.

Marinette no pudo evitar sonreír. Recordaba lo mucho que a su padre le agradaba que Adrien les visitara. Lo fuerte que estrechaba su mano, y la manera en que le invitaba a cenar en su casa.

"Saldré a desayunar con Alya" respondió ella buscando su bolso. "Me da tanto gusto que salgas, bebé" añadió Sabine acercándose a su hija despistada con su pequeño bolso. "Espero que la pasen bien" dijo acariciando su cabello azabache.

"Gracias mamá" respondió Marinette. "A él le agradabas mucho" pensó en su interior. Se escucharon algunos golpecitos en la puerta y se acercó a abrir. "Volveré más tarde" anunció para entonces saludar a su mejor amiga.

"¡Te ves guapísima!" saludó Alya al abrazarla. "No sabes lo mucho que me alegra que hayas aceptado mi invitación. Estaba considerando seriamente en contratar unos chimpancés si eso te hacía salir de tu habitación".

Marinette sonrió de lado mientras bajaban las escaleras y salían hacia la calle. Se sintió enferma al respirar el aire fresco de la ciudad. Unos días lo pensó tóxico como las personas que habitaban en ella, y que no comprendían ni lo más mínimo que sentían.

La morena observó lo distraída que iba su amiga y suspiró para acariciar su espalda. "Sé que lo extrañas amiga, todos lo hacemos. Pero... hay que empezar a desprenderse" le dijo ella sonriendo de lado. Marinette optó por quedarse callada. Al fin, uno es el único que oye las voces en su cabeza y el único que puede hacerse fuerte o hacerse débil.

"Además..." comenzó a decir Alya, "a él le gustaría que disfrutaras este desayuno". Ambas sonrieron. Era verdad.

"Sí, tal vez debería pensar que he salido de casa y él me espera al volver" dijo Marinette mientras cruzaba la puerta de cafetería.

"¡Exacto!" asintió Alya, "Y te dijo que te manda saludos para mí".

Aunque sonaba algo raro, ese ejercicio le ayudó a la azabache para poder distraerse y disfrutar de la pequeña reunión con su mejor amiga. Pudo reír, conversar, y aunque a veces lo recordaba y pensaba en la realidad, no cayó demasiadas veces como antes.

"En serio lo lamento, amiga" decía Alya preocupada mientras se ponía de pie de la silla. Ya habían terminado de desayunar y por el momento sólo conversaban. "Pero mis hermanos..." gruñó ella.

"Tranquila" respondió graciosa Marinette, "ve que te necesitan".

Alya pagó el desayuno y salió corriendo del establecimiento. Su amiga no pudo evitar reír y suspirar para ponerse de pie dirigiéndose a la salida. Decidió que caminaría el día de hoy hasta su casa y sin prisa. Había olvidado cómo era caminar en las calles de París con tanta gente y un día soleado. Escuchaba los coches, las conversaciones de las personas y con algo de suerte el canto de las aves.

Cerró sus ojos mientras se balanceaba y sentía sus pies volar entre algunos recuerdos, pero la verdad era que cuando llegó a la puerta de su casa ningún rubio esperaba por ella. Mordió su labio mirando la puerta y negó para darse la vuelta, siguiendo caminando.

No me olvides [Marichat-TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora