Nota del autor: Bienvenidos a la introducción del arco final de la historia. Una historia que entre lágrimas y recuerdos se ha desarrollado, en la que nuestros personajes, hundidos en una profunda tristeza, deben ponerse su armadura para rendir en la última batalla. Es el momento de decidir si soltar el pasado o vivir en él para siempre.
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Frotó sus ojos incrédula. Aquello que estaba viendo ¿era un fantasma? ¡No, no lucía como un fantasma! Se veía real, tan real que podría ser espeluznante.
"¿Quién eres?" preguntó la chica sintiendo la boca seca y un nudo en la garganta. El muchacho de los cabellos dorados esbozó una sonrisa y pensó en acercarse con lentos pasos.
"¿Qué pasó? ¿Acaso ya te olvidaste de mí?, soy yo Marinette..." habló con seguridad. "Soy Adrien".
Suponía que no tenía caso ocultar las identidades ahora, pero lamentablemente, no podían disfrutar del momento como ambos podían estarlo deseando en el interior. Las manecillas del reloj no sentían compasión por nadie, ni siquiera por dos almas en desgracia de un amor que no fue en esta vida.
"Marinette" habló él acercándose hasta donde ella yacía tomando su mano "sé que tienes muchas preguntas, y yo también las tengo. El maestro Fu no quiso responderme todas..."
"Eso es verdad" secundó el anciano.
"Pero soy yo y estoy aquí porque prometí jamás dejarte sola. Debemos terminar nuestra batalla, ¿no es así?", la azabache se reincorporaba con lentitud, aún procesando todo lo que había soñado hacia unos instantes y ahora el haber despertado con aquella grata sorpresa. Su cuerpo tambaleaba, no estaba segura de lograr ponerse de pie. "La última vez no lo hice muy bien... déjame serte útil esta vez"
"Gato tonto" logró articular mientras una lágrima se escurría por su mejilla. El maestro Fu aún se guardaba bastantes cartas bajo la manga y la forma en la que logró traer a Adrien debió ser una muy difícil y su última opción.
Tenían un par de horas antes de volverse calabazas y debían actuar. "Un equipo imparable" confirmó Marinette.
***
"Aquí, reporta Nadja Chamack en vivo desde la Torre Eiffel, Hawk Moth, junto con sus secuaces, han tomado el control de París. Tenemos reportes de ataques de fantasmas por toda la ciudad, aún no sabemos qué son exactamente porque se presentan de diferentes formas y tamaños. Ladybug no se ha aparecido desde que se le vio caer y ser llevada al hospital central de la ciudad. ¿Es este el fin de la era de los súper héroes?"
"¿Estás seguro de que funcione?" preguntó Ladybug mientras se escondía detrás del muro de uno de los tejados en el que se escondía.
"Lo hará, debes confiar en mí" le respondió su compañero mientras, como ella, se escondía de igual manera.
"No es que no confíe en ti..." decía la chica mientras por un momento se detenía y se preguntaba si era el destino que debía tomar realmente. Si es que tenía la opción de desviarse y huir con él, pero eso era bastante tonto, más si es que él debía regresar, que esperaba que no fuera así. "Solo...tengo un poco de miedo..."
"Yo también lo tengo...creo" habló él con un poco de gracia, acercándose hasta donde ella estaba hincada para ofrecerle una franca sonrisa. "No tengo ni la menor idea de lo que papá pueda estar sintiendo, pero sé que no es lo suficientemente justificable para todo lo que hace. Es provocar dolor con más dolor y debemos detenerlo de la manera que sea."
"Lo de tu mamá..." sacó a la conversación la chica con un poco de curiosidad.
"Es verdad... si no fuera por ella yo... no seguiría aquí"
"Entonces hagámoslo..."
Le echó un vistazo con temor de que fuera la última vez que pudiera verle así de vivo, de valiente, de fuerte. Con temor a que fuera la última vez en la que pueda apreciarse en la pupila de sus ojos, que se miraba apagada.
Él pareció entender su gesto y le tomó su mano enguantada para ofrecerle tiernas caricias a sus nudillos. Hay cosas que jamás se podrán superar y una de ellas era el profundo amor que se profesaban.
Seguirá latiendo en la vida, en la muerte, mientras las estrellas viven, ante la victoria o la derrota que los acecha.
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No me olvides [Marichat-TERMINADA]
Fiksi PenggemarChat Noir murió. Marinette lo comprueba cada vez que mira aquella lápida grisácea enterrada en la tierra húmeda. Han pasado tres meses y ella sigue llorando como el día de su partida y se pregunta si alguna vez su corazón podrá cicatrizar, pero mien...