6; SIN SALIDA

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Daryl durmió hasta tarde, tan cansado que no soñó: por esta vez casi se sintió relajado. Jesús no se le acercó en toda la noche, y cuando despertó, Paul se había ido. Entonces Daryl decidió ir a desayunar en la cocina de la mansión, algo tendría que haber. También quería hablar con Rick.

Salió del remolque echándose el chaleco encima, se había quitado la venda del brazo porque detestaba llevarla puesta y estaba tentado a quitarse también el punto que le pusiera Alex porque le estaba dando comezón. Ahora tendría otra horrenda cicatriz, una más, "las marcas de las guerras que hemos ganado", había dicho Jesús, pues el moreno no se sentía precisamente un ganador. No se había apartado ni medio metro de la casa para ir a la mansión cuando Aaron apareció doblando por la esquina del remolque, llamándolo, había colocado su casa rodante detrás de la casa de Paul, de manera que serían vecinos de ahí en más.

-Eric y yo vamos a desayunar, ¿nos acompañas?

Daryl aceptó. Eric ya preparaba la pequeña mesa del camper para cuando entraron y sonrió al ver a Daryl. Aquella pareja le daba curiosidad al moreno, no por ser pareja en sí, sino porque le inquietaba de cierto modo que dos personas tan suaves pudieran complementarse, porque Aaron era demasiado manso, sí, y Eric era afeminado, pero igual le agradaban. Se sentó a la mesa junto a Eric y comió los huevos fritos con jitomate y perejil, panceta y jugo de ciruela, prestando atención a la conversación de la pareja sin querer interrumpir.

-Va a ser raro acostumbrarse a Hilltop, es muy diferente a Alejandría -dijo Eric en algún momento-, pero hay que formar parte de esto, nos toca a nosotros.

Aaron estuvo de acuerdo y prometió hablar más tarde con Maggie para saber en qué podrían ayudar, ninguno intentó siquiera insinuar que el mayor necesitara también unirse a la comunidad, a decir verdad, la única vez que le dirigieron la palabra fue Eric con uno de sus típicos comentarios que iban un paso por delante de Aaron, le comentó que el sofá de la sala del camper se hacía cama y tenían cobijas, quizá el problema era que el moreno era demasiado alto...

-¿Ahora de qué habla, Aaron?

-Ammm... Verás, estuvimos conversándolo anoche y nos preguntamos si querías mudarte con nosotros, sabemos que no te acomoda estar con extraños, y bueno, Jesús te recibió la vez pasada, una o dos semanas, pero esta vez podría ser mucho tiempo más y tú tal vez...

-Estoy bien.

-¿Seguro? -insistió Aaron.

-A nosotros no nos importa-. Eric sonrió pestañeando, sirvió un poco de café para los tres. El asunto era, aunque no lo dijo el pelinegro, que el camper era pequeño y un tercero sólo iba a estorbar a la pareja, considerando que no sería sólo durante unos días, sino semanas o meses, a la larga eso iba a ser un problema para que pudieran estar a solas y el moreno no era un crío como para no saber lo que significaba.

Jesús, como menos, era soltero.

-Rovia tiene también un sofá cama, estoy bien.

La pareja asintió; insistirían en una semana o dos.

-Bien, pero si un día quieres puedes venir, ¿sí?

-Seee -asintió Daryl.

-Iré a hablar con Maggie -dijo luego Aaron tras el café.

-Voy contigo, en algo ayudaré -sonrió Eric-, ¿nos acompañas, Daryl?

-Nah, si quieren que ayude en algo que vengan y me lo pidan-, se encogió de hombros.

-Bien.

Salieron de la casa rodante los tres juntos, la pareja guardando su distancia para no llamar la atención, en Alejandría todos sabían que eran pareja y a nadie le importaba, pero a la gente de Hilltop apenas la conocían y preferían evitarse problemas. Daryl no se alejó de la sirga de la casa de Rovia, de hecho, trepó en el techo del remolque y se quedó sentado mirando hacia la muralla sur de espaldas a la mansión, sacó un cigarro y se quedó fumando, disfrutando del sol.

La Guerra Por El EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora