EPÍLOGO

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EL PRIMER DÍA DEL MUNDO

Si alguien se lo hubiera preguntado a Jesús, diría que el primer día del Nuevo Mundo, el día en que la historia fue escrita de nuevo, comenzó apenas encarar a la distancia los muros de Alejandría. Un día que, aunque cotidiano, jamás olvidaría.

Se quedaron dos días más en Hilltop.

El primero, empacando las pocas pertenencias de Paul en un par de cajas medianas donde guardaron su ropa, su colección de cuchillos, sus enseres personales, y una caja entera fue para llevar sus libros; tenía de todo tipo de literatura y era arduo lector.

Volveré a tener tiempo para leer, pensó mientras los empacaba.

Las cajas fueron subidas a la parte de carga de la 4 X 4 y al final dejaron en el remolque únicamente los muebles y las cosas propias de la cocina y el comedor, las cobijas y toallas que eran más bien pertenencia de Hilltop.

El segundo día, con las cobijas cambiadas, un moisés junto a la cama y el sofá cama con una colchoneta para servir de cama a Enid, ayudaron a cambiarse a Maggie. Rovia y Enid llevaron a la mujer hasta la cama donde esperó sentada mirando agradecida la que sería su nueva casa, y atrás entró el arquero con la enorme maleta de la mujer y el pequeño Junior en brazos.

Ese día, por la tarde, después de las despedidas y los buenos deseos, ambos hombres subieron a la camioneta y salieron de allí listos para reescribir la historia, SU historia.

-Empezar de nuevo -masculló Jesús para sí mismo mirado por el cristal.

Mientras el vehículo avanzaba despacio sobre el camino de lodo congelado, flanqueado por la perenne vegetación, Paul repasó la historia que se quedaba atrás y pensó en la que estaba delante de ellos.

El mundo se había terminado, la gente había muerto, los muertos se habían levantado. Los sobrevivientes que lograron seguir adelante levantaron comunidades, llegaron a comunidades y lucharon para que esos lugares fueran habitables. Hubo hombres que quisieron quitarles esas comunidades, la libertad, la paz, y también contra ellos hubo que pelear. Los amigos, las parejas, los hermanos, perdieron mucha gente querida y crearon nuevos lazos de amistad, más duros, y las nuevas familias estaban unidas más que por sangre, por fe, y las parejas dejaron de ser moños en una vida de papel decorativo y se volvieron nudos resistentes capaces de salvar la vida de cualquiera.

Ahora las comunidades estaban aliadas, con planes de expansión, de comercio, creando las leyes de convivencia, de nuevo, con muros para protegerse de los muertos, con armas para cuidarse de los vivos, con amistades para cubrirse las espaldas entre sí; Alejandría, Hilltop, El Reino, El Santuario, La Costa; el mundo prometía algo mejor de ahí en adelante, las mujeres se volvían a embarazar, los niños podían nacer, los niños podrían jugar, la civilización había caído, sí, pero el hombre se volvía a levantar.

Eric, sobre el muro, mirando más que vigilando, los saludó a la distancia. La camioneta bajó la velocidad mientras Michonne les abría y el arquero le agradeció con un gesto de la mano de un modo tan casual que Paul recordó los días de antes cuando a las personas todavía les importaban los buenos modales. "Por favor y gracias", Jesús sonrió.

-Iré a hablar con Rick, lleva tú las...

-Iremos los dos -atajó Daryl-. Primero dejemos esto en casa.

-En casa -repitió Jesús, sonriente.

La camioneta siguió hasta la mansión donde bajaron las cajas para acomodarlas más tarde. En la sala había un librero vacío que esperaba con ansias que Rovia lo llenara con sus libros favoritos para leer frente al ventanal en primavera y verano, frente a la chimenea en otoño e invierno.

Luego de dejar las cajas sobre la mesilla de centro, fueron a la Mansión Monroe, caminando uno junto al otro, Daryl con la tensión en la mandíbula, Rovia con el corazón en la garganta,."Aquí vamos", pensaban los dos.

-Entren, Rick los espera, está en el salón -les dijo Rocita al salir.

Y entraron.

Caminaron por el pasillo. Se detuvieron en el umbral.

Rick estaba allí, sentado tras un escritorio, con el muñón y la mano sobre el tablón; se le veía sano y contento.

Elevó la vista al notar su presencia.

Vio a Jesús y le hizo una señal para que entrara.

-Me dijeron que querías hablar conmigo...

-Llevas aquí algo más de dos meses y con todo lo que ha ocurrido no he podido hablar contigo-. Miró de reojo a Daryl que se quedó en el portón, mirándolos-. En fin, más vale tarde que nunca, ¿cierto?

Paul asintió.

Silencio.

-Pues... comencemos desde cero... Soy Rick Grimes... -siguió Rick estirándole la mano-. Bienvenido a Alejandría, Rovia... Bienvenido a la familia.

 Bienvenido a la familia

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FIN

La Guerra Por El EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora