Cerca

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Corría.

Corría con todas sus fuerzas, y a pesar de eso, no lograba acercarse.

Veía como a pocos metros a él Vandal Savage apuntaba a su esposa y su hijo con un arma.

Veía las lágrimas caer libremente por las mejillas de Miranda.

Pero no lograba acercarse.

En el momento que Miranda le dirigió la mirada, sintió como su alma era destruida lentamente.

—¿Por qué no nos salvas, papi? —preguntó Jonas mirándole.

—¿Por qué, Rip? —preguntó Miranda—. ¿Por qué nos dejas?

Savage les apuntaba la cabeza, y él no podía hacer más que gritar desesperado los nombres de las personas más importantes en su vida.

En el momento que intento dar un paso más, la escena cambió drásticamente. Cecil había sustituido el lugar de Miranda y Jonas, con la única diferencia de que la rubia sonreía ampliamente.

—¿Cecil? —preguntó Rip.

—Tienes que seguir adelante, Rip —dijo Cecil sin borrar la sonrisa de su rostro.

—¡Corre! —exclamó Rip al ver que la rubia no se movía—. ¡Puedes huir!

La velocista solo miraba a Savage a los ojos, con una mirada decidida que empezaba a desesperar a Rip.

Debía ayudarla.

Necesitaba ayudarla.

Intentó volver a correr, esta vez hacia Cecil. Sin embargo, ella parecía alejarse con cada paso que él daba.

—¡Huye! —gritó Rip—. ¡Cecil, huye!

Sentía como la cabeza empezaba a dolerle y las piernas le temblaban con fuerza.

No podía perder a alguien querido.

No otra vez.

—¡Por favor! ¡Cecil, por favor! —gritó al borde de la desesperación—. ¡Necesito que corras! ¡No puedo perderte! —sintió su corazón encogerse en el momento que la chica cayó de rodillas ante Savage—. ¡Cecil, te va matar!

Cecil levantó la mirada y le sonrió ampliamente, ignorando el hecho de que el arma se situaba perfectamente entre sus cejas.

—Olvidas algo importante, Rip —susurró Cecil—. Las leyendas nunca mueren.

El disparo hizo un eco por todo el lugar a diferencia del cuerpo de Cecil, el cual cayó con un ruido sordo sobre su propio charco de sangre.

Rip empezó a gritar con desesperación intentando en vano acercarse al cuerpo inerte de la chica. Notaba como todos sus sentidos empezaban a fallarle, mientras las lágrimas caían por su rostro haciéndole desesperar más.

—No estás muerta, no lo estás —empezó a repetirse a sí mismo—. Tú no, Cecil. Tú no.

Sus piernas le fallaron y cayó al suelo maldiciendo al notar que le era imposible acercarse a la chica.

Se sobresaltó ligeramente al ver como todo se encontraba extremadamente oscuro. Rápidamente se sentó y se llevó una mano a la cara, sintiendo las lágrimas aun caer y el corazón latirle a una velocidad anormal.

—¿Gideon? —murmuró intentando regular su respiración.

—¿Si, Capitán Hunter? —preguntó Gideon.

Suspiró pesadamente y volvió a apoyar la cabeza en la almohada, pensando en el sueño que acababa de experimentar.

—¿Todos duermen? —preguntó a la nada.

—Así es, señor —respondió Gideon—. Aun falta varias horas para que despierten.

—Bien —murmuró—. Gracias, Gideon.

Se levantó de la cama con lentitud y se colocó una camiseta junto a sus pantalones habituales. Pocos minutos después se encontraba caminando por los pasillos de la Waverider sin un rumbo fijo.

Necesitaba pensar con claridad.

Al llegar a la cubierta principal miró desinteresadamente la sala, hasta que logró escuchar un pequeño sollozo que lo hizo entrar en razón.

—¿Cecil? —preguntó buscando el origen del sollozo.

Casi al instante vio a la rubia agachada en una esquina abrazando sus piernas y con la cara escondida entre estas. En el momento que Cecil levantó la cara y vio las lágrimas, se acercó corriendo a ella y se agachó a su lado.

—¿Que sucede? —preguntó en voz baja.

—Solo fue un mal sueño —murmuró Cecil negando con la cabeza—. No es nada.

Estuvieron unos segundos en silencio, hasta que Rip suspiró.

—¿Te importaría contarme? —preguntó mirándola.

Cecil pareció dudarlo unos segundos bajando la mirada.

—Mi madre murió cuando era pequeña —comentó jugando con sus dedos—. Ella era una simple humana, y yo cumplía 5 años al día siguiente —soltó un pequeño sollozo y cerró los ojos con fuerza—. Unos enemigos de mi padre fueron a buscar venganza. Se colocó frente a mí y vi como le cortaban la garganta sin ningún remordimiento —volvió a sollozar—. Cuando estaban a punto de matarme a mí, mi padre llegó y les arrancó el corazón.

Rip la miró asombrado, le era difícil creer que esa loca chica que parecía estar feliz en todo momento hubiese vivido una experiencia tan terrible.

—Lo lamento mucho, Cecil —murmuró Rip viendo como la chica volvía a llorar desconsoladamente—. No tenía idea.

—Está bien —respondió Cecil intentando secar sus lágrimas—. Intentó seguir adelante, pero algunas veces los recuerdos simplemente... vuelven.

—Sé lo que se siente —suspiró Rip y la miró—. Muchas veces sueño con Miranda y Jonas en sus últimos momentos, y no importa cuánto corro, nunca logro acercarme a ellos.

Cecil le miró curiosa viendo como él cerraba los ojos y apoyaba la cabeza contra la pared.

—¿Puedo abrazarte, Rip? —preguntó de repente la velocista.

En el momento que Rip asintió con la cabeza, Cecil se acercó con cuidado a él y lo rodeó con sus brazos apoyando la cabeza en su hombro. Rip le devolvió el abrazo y volvió a suspirar pesadamente.

—No somos tan diferentes, ¿sabes? —susurró Cecil sin separarse—. Todos aquí hemos perdido algo importante para nosotros. Probablemente sea eso lo que nos hace un equipo tan peculiar.

—Es posible —respondió Rip—. Lamentablemente a veces se necesita perder para valorar.

Cecil suspiró y cerró los ojos intentando alejar los recuerdos de su mente, mientras Rip la miraba reflexionando sobre su extraño sueño y la charla con la velocista.

—Lamento que no hayas podido salvar a tu familia, Rip —susurró Cecil—. Pero te agradezco eternamente por salvar la poca humanidad que me quedaba.

Rip sonrió.

—Gracias a ti por dejarme acercar —respondió Rip.

Horas más tarde, cuando Rip volvió a despertarse, tenía una sonrisa en la cara y una sensación de alivio en el pecho, pues había tenido un sueño parecido.

Pero esta vez logró acercarse a la velocista y salvarla.

¿Quien soporta a Thawne? •|Rip Hunter|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora