Capítulo 19

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Narra Adriana:

Era ya muy tarde así que llamé a la ventana de Izan para que me abriera, lo desperté al pobre pero si llamaba al timbre despertaba a todo el mundo.

—¿Estás bien Adriana?— preguntó adormilado cuando abrió la puerta.
—Sí... ¿Por que lo dices?
—No se te nota bien, ¿Y donde está mi hermano?
—Eh... se quedó allá porque...

Me quedé pensando una excusa.

—Porque...— dijo el.
—Okay, no se lo cuentes a nadie pero su ex novia fue a la casa de su amigo y...
—¿Paulina?— preguntó y asentí. —No digas más, ya la conozco.
—Y en vez de creerme me tomó por celosa.

El resopló negando con la cabeza.

—Ignóralo, se que a veces es idiota pero sé que le importas y se dará cuenta de su error, por ahora descansa.
—Gracias Izan— le di un abrazo.
—No me creo que la novia de mi hermano sea solo un año más mayor que yo— rió.
—Pero sigo siendo mayor— le saqué la lengua.

Subí arriba las escaleras, me puse el pijama y como no podía dormir llamé a Helena para contarle todo.

—Joder, te echo de menos un montón y encima allí Ben no te está tratando como te mereces, espero que se de cuenta de su error, confío en el porque sé que te ama— dijo ella.
—Gracias Hele... espera, estoy escuchando las escaleras.

En efecto, alguien subía por las escaleras.

—Creo que es el.
—Entonces chau. Ya me cuentas.

Colgué rápido, dejé el móvil en la mesilla y rápido me arropé en la cama de espaldas a la puerta.

Se abrió la puerta de la habitación y supe que era el por su respiración.

Se acercó a la cama y me agarró con una mano de la cadera y me movió un poco.

—Adriana...
—Déjame— espeté seria.
—Mírame por lo menos— pidió.
—No.
—Por favor, quiero hablar— habló con lástima.
—Y yo quiero dormir así que déjame.

Suspiró.

—Bueno, puesto a que no quieres hablar te lo diré yo todo... tenías razón, ¿Vale? Tenías toda la razón. Creía a Paulina como mi amiga y te tuve que creer cuando dijiste que sigue enamorada de mi porque realmente lo está, y pensé que eran celos porque no era capaz de admitir que el único celoso de la relación soy yo. No me tuve que enfadar y dejarte sola. Por favor perdóname porque si te pierdo no me lo perdonaría jamás, eres tan importante en mi vida, ni te lo imaginas... me haces sentir lo que no he sentido nunca Adriana. Te amo. Y ya te dejo, buenas noches...

Escuché todo atenta. Sí, se había dado cuenta de su error y me había pedido perdón. Era imposible no perdonarle, lo amaba demasiado, no me quería enfadar con el y menos por la idiota de su ex.

Me giré para verle a la cara.

—¿Me perdonas?– preguntó en cuanto me giré.
—Sí, Ben. Pero no vuelvas a desconfiar de mi por favor— pedí.
—Lo siento mi amor, no volverá a pasar.— se inclinó para darme un tierno beso. —Te amo.
—Yo también te amo.

Se quitó la camiseta y los pantalones y se acostó a mi lado, me abrazó tan fuerte que casi ni me deja respirar.

—Ben— reí.
—Necesitaba darte un abrazo— me miró fijamente a la cara y la empezó a llenar de besos.

Esos besó se tornaron a húmedos, bajando por mi cuello.

—No me quedes marcas— le advertí.
—Bebé tú me quedaste el cuello casi que morado, te mereces algunas— siguió.

Me encantaba cuando me besaba en el cuello, me encendía tanto... normalmente lo hacía para que le pidiera más, ya que siempre que me besaba ahí no podía parar, y hacía eso para hacerse de rogar.

—Bueno amor, buenas noches— me dio un beso en la frente, hice un puchero al que el rió, era perfectamente consciente de lo que hacía.
—Sabes que si me besas en el cuello ya no me puedes parar— lo sacudí un poco.
—Ay, eres una adicta al sexo— rió.

¿Me la tenía guardada desde entonces?

—Wow, qué desgracia tener una novia adicta al sexo— hablé sarcástica.
—Ah o sea que lo admites— me miró.
—Sí— sonreí. —Y es tu culpa.
—Culpable— rió de nuevo.

Me quedó a mi debajo y se sostenía apoyando sus codos a mis lados, me besó con pasión, mis manos recorrían su abdomen y se colaron debajo de sus bóxers, acaricié su miembro por encima y el ya soltó un gemido. Los bajé y con mis manos empecé a masturbarle, intentaba callar sus gemidos besándome pero no podía y se le escapaban algunos.

—Yo sigo, desnúdate— habló con la voz ronca.

El siguió masturbándose y yo me quité mis pantalones y bragas a la vez, después lo impacienté quitando mis camiseta muy lentamente.

—Bebé ahora ponte en cuatro— susurró en mi oído.

Ok, nunca había hecho eso antes y no sabía si me iba a doler.

—¿Me va a doler?— le pregunté.
—No, seré cuidadoso. Muerde la almohada.
—¿Para que?
—Ya verás.

Confié en sus palabras y me puse como el dijo, se posicionó y la metió lento al principio, quise gritar de dolor pero mordí la almohada como dijo, de un momento a otro todo se convirtió en placer, todo lo que me hacía él me excitaba y era perfecto.

Pero tuve el mismo sentimiento de que al día siguiente no iba a poder andar, el como si me leyera la mente paró.

Me arropé hasta la cintura, y me puse de lado para hacerle caricias a Ben en el abdomen con mi dedo.

—Si el sexo de reconciliación va a ser así siempre entonces tenemos que discutir más seguido— rió.
—Me lo apunto.

El sonido de la puerta se escucho y yo rápidamente me tapé con las sabanas hasta el cuello y Ben hasta su cintura, la puerta se abrió dejando ver a Izan quien se sorprendió cuando vio la escena.

—Eh... venía a preguntarte si ya lo arreglaron pero ya veo que si— rió un poco y se fue cerrando la puerta.



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Iba a actualizar mañana viernes pero al final me decidí por hoy

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Iba a actualizar mañana viernes pero al final me decidí por hoy.

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