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El resto de la semana paso relativamente normal. Nada que valga la pena contar. Simplemente la misma rutina del colegio, estar con mis amigas y amigos, pasar uno que otro rato con Jimin, estudiar y freir mi cerebro haciendo las tareas. Gracias a Dios, al fin ya era viernes.

Mi papá tuvo que irse media hora más temprano por un problema que surgió en su sitio de trabajo y mamá aún seguía durmiendo, por lo que el día de hoy no me quedaba otra opción que irme caminando al colegio. Ciertamente me daba igual. Solo el hecho de ser viernes y no tener examenes pendientes para la semana que viene iluminaba mi día. Desayune y preparé todas mis cosas rápidamente para salir lo suficientemente temprano al colegio y no llegar tarde. Una vez con mochila ya en la espalda y haber reviso mi aspecto antes de salir, me dispongo a comenzar mi pequeña caminata hacia mi destino.

El día se encontraba nublado, no había sol pero tampoco parecía que fuera a llover, no hacía ni frío ni calor. Simplemente, el clima perfecto. En el camino logro visualizar a varios estudiantes de mi colegio y a otros del colegio que tengo que pasar de largo para poder llegar al mío. Es ahí cuando mi mente comienza a volar, pues simplemente no me gustaba ese colegio; tal vez son sólo cosas mías pero desde pequeña ese edificio siempre me ha dado mala espina. Y por consiguiente, su estudiantes también, sin ánimos de ser discriminante. Es sólo el aura del sitio que no me gusta, por decirlo así.

Pero, pues no me quedaba de otra que seguir mi camino. Camino con paso firme con ambas manos sosteniendo con fuerza las asas de mi mochila. Acelero disimuladamente el paso al pasar frente a ese colegio dejando mi mirada fija en el horizonte e ignoro a todos los estudiantes que se encuentran alrededor. Logro pasar exitosamente la fachada de ese colegio, por lo que me relajo y sigo caminando normalmente a mi destino. Camino por unos pocos minutos más y logro visualizar mi colegio. Llego a la esquina del mismo y doy por exitosa mi misión de llegar viva a clases. Le echo una rápida ojeada a mi reloj de muñeca y noto que es bastante temprano, por lo que las afueras estaban bastante desiertas. No le doy importancia al asunto, sólo me digno a ingresar al colegio y dirigirme inmediatamente a mi salón para dejar mis cosas y esperar.

Ubico mi asiento de siempre, dejo mi mochila encima de la semana, y me dispongo a usarla como almohada mientras escucho un poco de música. De esa forma, los minutos pasan y pasan, pero no se si es por la incómoda silla o por el hecho de que me estaba quedando practicamente dormida encima de mi mochila, que entonces prefiero levantarme del asiento y salir del salón. Al cerrar la puerta tras de mi, visualizo nuevamente mi reloj y me quedo perpleja a ver que solo habían transcurrido 15 minutos. Dios! y yo lo sentí como si hubiera sido media hora. Aún faltaban otros 20 minutos para comenzar las clases. Ya se podía observar más estudiantes en el patio del colegio, pero aún así, se notaba que estaba ausente más de la mitad de la población estudiantil. Echo un rápido vistazo a los alrededor en busca de mis amiga y como fallo en el intento decido aventurarme y salir del colegio y esperar en el murito que tiene este en las afueras.

Salgo por la puerta principal, visualizo el murito y me dirijo a su extremo más alejado de la puerta. Y de esa forma me siento y empiezo a visualizar todos aquellos carros que llegan y dejan estudiantes, al igual que aquellos que llegan caminando o por su propia cuenta. Por un momento me siento embobada mirando el cielo. Así será el sueño que tengo que hasta creo haberme quedado dormida con los ojos abiertos por un minuto. Y lo se porque de repente alguien me da un ligero toque en el brazo haciendo que yo reaccionara y girara para ver de quien se trataba.

.......: Oye despierta, llegarás tarde a la clase

Siento que he visto antes a ese chico, bueno la verdad no soy buena reconociendo a las personas, pienso por unos segundos y me doy cuenta que se trata de uno de los chicos nuevos de mi salón, aquel de la sonrisa boba que se sienta siempre en la silla de enfrente. 

Destino o casualidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora