Growing Pains

CAPÍTULO 1

Abría los ojos de pronto. Cuando se trataba de despertar, no lo hacía paulatinamente, como la mayoría de las personas. Simplemente su cerebro se encendía de inmediato, cual accionado por un interruptor. Y aquél interruptor tenía nombre: Kim Mingyu.

Sin poder evitarlo, gruñía descorazonadoramente. Adoraba a su amigo, en verdad que sí, pero si seguía con esa costumbre de marcarle por las mañanas, terminaría asesinándole. Palmoteaba cerca de su almohada hasta que su mano conectaba con su celular y, en lugar de contestar, rechazaba la llamada entrante. De inmediato, el celular volvía a sonar. La pantalla mostraba que Mingyu volvía a marcar a modo insistente. Los ojos se giraban, resignados.

- ¡Es tan temprano! ¡Vuelve a dormir!

- ¡Se te hará tarde en tu primer día si no te levantas ahora! ¡Paso por ti en 45 minutos! -Y sin dar tiempo a ninguna queja, colgaba. Wonwoo gruñía nuevamente, meditando el por qué tenía que ser amigo de alguien tan brillante y alegre como Mingyu. En verdad se trataba de su primer día en la Escuela Superior* pero apenas daban las 6 am y no se sentía preparado para nada. Aun así, se estiraba cuanto le era posible para incorporarse después.

Meterse a bañar resultaba en una pequeña bendición que le ayudaba a organizar todos sus pensamientos. Por supuesto, bañarse en las noches seguía siendo una norma pero desde que las hormonas le habían atacado de una manera inmisericorde prefería bañarse dos veces y así evitar cualquier tipo de mal olor del cual pudiesen quejarse.

De regreso a su cuarto se observaba en el espejo detenidamente. La mata de cabello negro, desorganizado, contrastaba con su piel pálida y ojos oscuros. La nariz ligeramente ancha en la mitad de la misma y unos labios finos con una mandíbula ligeramente hosca le daban una apariencia más bien seria y estoica. Cosa que para él resultaba bien. Había pasado la secundaria refugiándose en un semblante duro para evitar ser molestado más de la cuenta. No había funcionado muy bien hasta que dos factores se habían unido: había crecido veinte centímetros en el último año de la secundaria y Kim Mingyu había entrado en su vida. Con el primer logro había dejado de ser un chico de estatura baja y complexión escuálida para pasar a ser el "cerebrito" del grupo que podía y estaba dispuesto a atacarte. Con la amistad de Mingyu conseguía que de hecho el mal rollo hacia su persona terminase por completo. No es que su amigo fuese particularmente agresivo si no que tan solo parecía serlo. Con más de 1.80 m de estatura, nadie se atrevía a intentar partirle la cara al chico de sonrisa un tanto malévola y actitud desenvuelta que rayaba precariamente en lo que cualquier adulto denominaría "delictiva".

Admiraba el uniforme pulcramente planchado y colgado que su madre le había dejado la noche anterior. Algo en su interior se retorcía un poco. Eso de ser nuevo y pequeño en una nueva institución educativa no le gustaba demasiado. Al inicio de la secundaria lo había pasado mal y aunque ahora tenía de soporte al de caninos pronunciados, no estaba seguro de que eso sirviese para algo ahora que ambos resultaban novatos.

"Por eso dicen que siempre me lo pienso demasiado..."

Se vestía con cierto desgano y luego intentaba peinarse por un periodo cercano a los tres segundos, tras los cuales optaba por decirse a sí mismo que se vería igual de cualquier forma y que más le valía apresurarse si no quería que su madre (o Mingyu) lo sacrificase por tardarse lo suficiente para llegar tarde en el primer día de clases.

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- ¡Hansol dice que su madre nos dará pizza y hamburguesas si vamos a su casa el fin de semana! -El chico de cabello desteñido hasta un rubio cenizo, casi con tintes verdes, bailaba emocionado. Wonwoo se limitaba a arquear una ceja mientras miraba a su amigo con una expresión totalmente neutra - ¡¿A qué hora llegamos el viernes?!