La Aparición

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Estaba nerviosa, pues no paraba de oír ruidos y estaba segura de que no eran cosas mias. Me levanté de la cama y fuí a toda pastilla a la cocina, iba a coger un cuchillo, por si acaso, ya sabeis que con estas cosas me altero mucho. A continuación fuí corriendo por el pasillo hacia el salón en busca del teléfono para llamar a mi madre, queria saber si le quedaba mucho trabajo para volver a casa. Cuando estaba ya en el salón, ví que el cable del teléfono estaba cortado. Parecía un corte de un hacha. Pegué un grito impresionante. Estaba claro que ese corte no habia sido accidentalmente. Emprendí una carrera a mi habitación, pues tengo un escondite en un hueco entre la mesa y la ventana. Cogí a mi osito de peluche, una manta y el cuchillo que había cogido anteriormente en la cocina y me escondí rápidamente con la esperanza de que mi madre llegara lo más pronto posible. Oí un ruido como si algo de mucho peso se hubiera caído al suelo. Me subieron unos calores que casi me da algo. Me acurruqué a mi osito y mi manta porque hacia algo de frío, fue una noche malísima como ya os había dicho. De repente, desde mi escondite, ví aparecer una sombra. Ví unos pies descalzos con uñas negras y de un color muy pálido, yo diría que demasiado pálido. Venía arrastrando algo, parecía un hacha. Empezé a llorar de miedo. Me tapé la boca para que no me localizase, no queria que me oyera. Esperé a que pasaran unos minutos para asomarme y comprobar que esa cosa había desaparecido. Salí de aquel hueco para dirigirme hasta la puerta. Mire a un lado y hacía el otro para comprobar que no había nada. Me descalzé para ir corriendo hasta la puerta de entrada sin que se oyera el ruido de los playeros. Empezé con un ritmo suave por si aquella cosa aparecia. Luego empezé a correr como una loca. Estaba llegando a la puerta cuando pude ver que estaba tapada completamente por cemento. Quise pegar un grito, pero no queria que esa cosa me oyese y menos que acudiera al lugar donde me situaba. Corrí al baño, pues ahí hay una ventana. Tranqué la puerta para sentirme segura. Cuando dirigí la mirada hacia la ventana me di cuenta de que también estaba tapada con ladrillos. Empezé a pensar que ese era mi fin, que iba a morir ahí, quizás extrangulada o como aperitivo de esa cosa. Traté de buscar algo para romper aquella muralla de ladrillos pero no logré encontrar nada que me sirviese.

Sin escapatoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora