A la vez que yo estaba llorando, pude ver que algo salía de ese gran agujero que apareció así, sin más, en el sótano de mi casa. Era otro cadáver en estado de descomposición. Su olor envolvía todo el sótano. No debía de gustarle mucho al monstruo.Estaba apunto de devolver la comida que habia consumido en todo ese dia. No podia ni respirar.
-Puaaggg, ¡Que asco!
Pasaron 10 minutos hasta que me familiarizé con ese horrible olor a muerto en estado de descomposición. Empezé a pensar que igual yo era la siguiente en oler así. Podía ver como mi final estaba a la vuelta de la esquina. ¿Me matará ahora?, ¿Quizás mañana?. Eran todavía las dos y media de la mañana y rezaba todo el rato para que alguien viniese a rescatarme pronto de esa cosa que me tenía presa por las cuerdas, cuerdas que cada vez estaban más flojas. Un poco más y podría conseguir librarme de esas ataduras. Luché para aflojar más y más las cuerdas. Me moví para un lado y para el otro. Intenté librar mis manos pero fue en vano. Me tenia envuelta en la cuerda como si fuera un capullo de larva. Me revolvía por el suelo como pude para intentar soltarme de aquella atadura. No me di cuenta y en uno de los intentos para librarme de esas cuerdas, rodé hasta el borde de ese inmenso agujero negro. Me quedé justo en el borde del agujero. Me quedé inmóvil, pues cualquier movimiento podía hacerme caer ahí dentro. Notaba que me balanceaba e intentaba parar para no caerme a aquel agujero. Me aterrorizaba la idea de caerme ahí, morir sola y en esas condiciones. Se me pusieron los pelos de punta.
-Socorro, no quiero morir así.-susurré mientras lloraba.
Estaba en el borde de ese agujero, luchando por salvar mi vida.
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Sin escapatoria
ParanormalAnne, una niña de 10 años a la que dejan sola en casa, solo con la compañía de su perro Bobly y su apreciado osito de peluche. Después de 14 años, Anne está aqui, y vive para contarlo.