¿Que hago?

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Logré moverme hasta un lugar lejos del agujero. Me coloqué detrás de unas cajas enormes que teníamos de los televisores, de la nueva lavadora... Ya me estaba atacando el sueño, pues eran las tres de la mañana ya, pero no podía dormirme, tenía que estar alerta por si aquel bicho volvía y me hacia daño. Era muy joven todavía.

Me revolví todo lo que pude para librarme de esas malditas cuerdas que me estaban impidiendo defenderme en caso de que saliera algo de ahí, de aquel agujero grande. Conseguí aflojarlas un poco más pero solo eso.

Cuando estaba en mi intento de librarme de aquellas cuerdas que me tenían presa, pude oír ruidos, ruidos que cada vez oía mejor y más cerca, cada vez más y más cerca. Presentí que aquel bicho estaba subiendo a la superficie, ya habría acabado de cenar. Permanecí detrás de aquellas cajas callada.

Cada vez estaba más cerca de la superficie. De repente dejé de oír ruidos. Me asomé un poco y ahí estaba, callado y contemplando los cadáveres que había tirado anteriormente. Estaba observándole cuando de repente giró la cabeza sin mover el cuerpo, como un exorcista. Miró a las cajas pero no se movió de ahí en un rato. Cogió el cadáver de Bobly y el otro cadáver en estado de descomposición de un hombre y se fue, subiendo las escaleras del sótano hacia la casa. Aproveché para seguir luchando contra esas cuerdas. Intenté mover las manos y las piernas a la vez. Probé también a dar vueltas por el suelo. Funcionó, se aflojaron tanto que pude salir de esas ataduras. Me quité las cuerdas y solté un suspiro de alivio. Todavía no estaba segura, pero me alegré de haberme desatado, me daba un voto de seguridad.

Fui pasito a pasito hacia las escaleras. Las subí discretamente para no hacer ruidos. Las escaleras crujían cuando posaba mis pies en la madera vieja de las escaleras. Cuando llegué a la casa, lo primero que hice fue asegurarme de que no estaba en mi camino. Miré hacia un lado y hacia el otro. Cuando vi que no estaba por ahi, me adentré más.

Me acordé de que mi tia se había dejado su móvil el dia anterior en casa. Pero mi madre lo habia guardado bien para luego devolvérselo. Tenía que buscarlo para pedir ayuda. Necesitaba salir de ahí, necesitaba librarme de ese bicho que me tenía cautiva.

Fuí de puntillas a la habitación de mi madre, mis padres se habian separado cuando yo nací asi que decidí quedarme con mi madre. Tenía una cómoda al lado de la cama. Ahí guardaba su ropa interior y alguna que otra cosa. Miré pero nada. Registré la habitación desesperadamente y lo más rápido que pude. Ni rastro del móvil. Salí de la habitación con el máximo cuidado posible para dirigirme al salón. Busqué por los cajones, por detrás de la televisión, debajo de los cojines del sofá y hasta miré dentro del piano, por si acaso. Nada, ni rastro. Acto seguido me fui al baño y una vez ahí me encerré. Lo bueno de todo esto era que me casa era grande y tenia dos plantas.

Me puse a pensar lo que podia hacer. Puertas y ventanas tapadas, telefonos cortados, yo sola, o no tan sola...

Sin escapatoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora