Cuatro muertes y una violación parecen no tener sentido y mucho menos alguna similitud, eso creían Diane y Adam al comprometerse.
Aunque deseaban que sus tragedias no tuvieran relación, estaban equivocados. Los ataban los misterios, pero también un...
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Capítulo I
Amor
Diane es de las personas que cree en los finales felices, que luego de una tormenta viene un cielo muy azul. Creía que nunca se podría estar peor, había aprendido a aceptar que estar mal era necesario. Creía en la justicia y sobre todo en el Karma, no sabía si su vida tomaría un cambio más drástico de lo que había tomado hasta ahora, lo que sí sabía es que quería darse cuenta que más sorpresas podrían venirse; independientemente si serían positivas o negativas. Existían piezas sueltas que aún no lograba encajar. Situaciones que no salían de su mente, que creaban en ella pequeños callejones sin salida, sentía frustración y temor. Pero extrañamente también había amor y paz, algo que solo podía crear Adam Louis. Era lo dificil de los sentimientos, no podías controlarlos, y mucho menos explicarlos. No podía respirar y las manos seguían en sus brazos, seguía rozándole su cuerpo, seguía riéndose de ella y no podía moverse. Podía imaginarse los moretones que se formarían en su piel. El aire le faltaba, se tornaba mareada y con nauseas.
El primer hombre sacó el cuchillo, ¿la iba a matar? Pensó internamente, respiró profundo y sintió como empezó a arder su piel bajo las manos de aquellos hombres. Sus piernas derramaban sangre, demasiada sangre, ella miraba a su alrededor y la luz la encandilaba, no podía observar quienes exactamente eran los hombres que disfrutaban de su sufrimiento.
Uno de ellos reía, él otro sacó ahora una jeringa con un líquido que para los ojos de la chica que perdía sangre sin cesar, no le era visible.
- Deberíamos parar... Está perdiendo mucha sangre.- Las suplicas de uno de los más jóvenes se escuchaban, la pequeña de catorce años derramaba lágrimas de dolor y miedo.
- ¿Quieres callarte? Esta chiquita ni se imagina lo que tenemos preparada para ella.
La pequeña reprimió el quejarse, no tenía fuerzas ya. Sintió como en sus brazos inyectaban el líquido de la jeringa, ¿Droga?
Esperaba que el tiempo pasara rápido, que alguien recordara ella existía y la vinieran a buscar. Su padre, su hermano o su madre, alguien que la salvara de una muerte inminente; y dolorosa.
. . .
La luz traspasaba los cristales, Diane terminaba sus clases del día. La tutora deja el salón cuando la señora de vestido azul marino aparece, estilizada, con tacones que la hacen ver más alta. Toca la puerta y la chica voltea.
- ¿Diane?
- ¿Sí?- Ella guarda sus libros y dirije la mirada a su madre.
- Es momento de vengar lo que te han hecho, hija.
La niña mira por el vidrio como agentes se acercan a su casa, algo le produjo miedo. No entiende que exactamente es.
