Capítulo 5

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Capítulo VQuerido HawáiTranscurrieron unas nueve horas aproximadamente, todos dormían, todos excepto Abby que leía y leía

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Capítulo V
Querido Hawái
Transcurrieron unas nueve horas aproximadamente, todos dormían, todos excepto Abby que leía y leía. Se sentía lo suficientemente activa en aquel camino, le parecía dificil dormirse con tanta turbulencia, sin embargo, los demás dormían como bebes.
Harry, Konnor, Paul, Elizabeth, Adam y Diane dormían, muy profundamente. Al pasar las horas correspondientes, todos menos Diane ya empezaban a despertar. Adam se acomodó, paso sus manos por las mejillas de Ane para despertarla con dulzura. Ella dudó, viajaba en unos sueños tranquilos llenos de aventura, su cuerpo descansaba plácidamente como jamás, pero finalmente despertó.
Diane lo miró y sonrió, ambos se miraron fijamente y sintieron lo mismo, nervios y felicidad. Ella tomó su rostro y con su dedo índice tocando sus labios con la máxima ternura que podía transmitir, sonrió.
- ¿Estas preparada?- Él le preguntó. Ella arrugó la cara.
- Estoy pensando en no casarme con usted señor Louis.- Se rió.
- ¿Ah sí?- Él le hizo cosquillas. – Tendré que rogarte.- Ella reía fuerte.
¡Su risa! Él sintió una felicidad muy grande, que dicha verla así. Diane era algo mágico que le había sucedido, aún con tanta desgracia que tenía su vida, Ane era su complemento, una parte que lo mantenía con ganas de continuar, continuar aun cuando lo había perdido todo. Diane era eso que el necesitaba pero que ya tenía, no podía pedir más. Sus cosquillas cesaron, ella lo golpeó.
- ¡Adam dios! ¿Qué te sucede?- Sonrió y peino su cabello. Al frente de ellos estaba Abby leyendo.
- Te amo pequeña, dime que me amas.- Le dijo dándole besos por toda su cara. – Ane...- Se tranquilizó y beso sus labios – Te amo ¿ok?
- Si Adam, yo también te amo.- Sonrió.
Sonó la alarma de cinturones y Honolulu se veía cada vez más cerquita. Diane y Adam estaban a horas de ser esposos legalmente.
Diane se puso sus lentes de sol, todos bajaban del avión con estilo, y no por qué se lo propusieran, sencillamente así eran ellos.
...
Honolulu, Hawái. Un sitio de ensueño, Diane estaba tan emocionada de estar allí, siempre había querido conocer Hawái, era uno de sus sueños y ahora lo estaba cumpliendo para casarse legalmente, era algo que no se podía creer ella misma. Una sensación inexplicable que no le cabía en el pecho, quería como gritar. Adam estaba aún más emocionado, quería ver la expresión de su novia al llegar a Oahu, había alquilado una casa solo para ellos, bueno, ellos y los demás. Pero todo eso era por y para Diane, su novia y dentro de poco su esposa.

El camino a Oahu fueron veintinueve minutos desde Honolulu. Diane moría de nervios, no tenía la menor idea donde se quedarían. Adam le había cancelado la reservación en el hotel de Honolulu. Según él, Oahu era más tranquilo para dormir, eso le dio risa. Todo Hawái era un verdadero paraíso. El auto se adentró en una urbanización, aquella estaba llena de mansiones y quintas, casas sumamente grandes y llenas de lujos, algunas ni se veían por las altas paredes pero claramente eran lujosas. Ane miró a Adam y él solo sonreía. El auto estacionó frente a una casa, que extrañamente no poseía una alta pared para ocultarla, o rejas, o altos portones. Estaba abierta. El conductor se bajó y abrió la puerta de Diane, ella no se bajó.
- Adam... ¿Nos quedaremos aquí?- Estaba boca abierta, roja, y con su cabello alborotado sin peinar por el viaje.
- Si amor, aquí nos quedaremos. Sorpresa.- Él sonrió – Ven, quiero que la veas por dentro.
El segundo auto estacionó detrás de ellos, Ane se bajó nerviosa y miró aquella casa. Unas escaleras anchas con pequeños muros de cerámica rustica al lado que daba caminó a la puerta principal, a su lado grama, y una decoración de flores al lado derecho, había un pequeño jardín rodeado con piedras grandes y dentro de aquel jardín piedras pequeñas azul coral. En el lazo izquierdo un pequeño árbol con flores moradas y otras diferentes plantas.
La entrada de la casa era una especie de mosaico, no era básicamente cuadrada y ya. Se podían ver unos ventanales en el piso de arriba y reflejaban el azul de cielo y el mar, además de un balcón de vidrio templado azul. Las paredes de la casa en general, eran de piedra lisa color gris. La puerta era alta, sumamente alta y con un vidrio azul. La casa poseía otros lujos, otras decoraciones de inmensa belleza, era una combinación de piedra, colores azules y plantas hermosas, Hawái era un espectáculo. Todos miraron la casa asombrados, Diane reprimía un grito de emoción. Los conductores bajaron los equipajes. Un señor bajó, cabello rubio y de ojos azules salió de la casa vestido con camisa playera, una bermuda y un par de Cross.
- ¡Aloha queridos amigos! Bienvenidos a Hawái. Un placer tenerlos acá.- Se acerca y le da la mano a Adam.
- ¿Qué tal Kaili?- Luego un abrazo con toques en la espalda. – Gracias por recibirnos hermano.
- Adam mi hermano...- Le golpeaba en la espalda - Eres el mejor abogado, si no fuese por ti estuviera preso- Tenía un acento extraño, y reía, todos reímos. Su actitud daba risa, y su tono, era muy grave. – Un gusto tenerlos en Hawái mi gente hermosa.- Les dice.
- Kaili quiero presentártelos. Diane, mi novia. Abby, amiga de la familia, Konnor y Harry, amigos de Diane... él es Paul, mi mejor amigo y ella es su novia Eliza.
- Un gusto mi gente hermosa, pasen, están en su casa.
Caminaron hasta la casa, ya anochecía. Al entrar pudieron notar lo alta que era la casa, la planta de arriba se veía grandísima. Habían unas escaleras en forma de caracol a su derecha al entrar, al frente una pequeña sala con grandes sofás de cuero beige con cojines azules, fucsia y naranja, en la pared izquierda grandes cuadros hawaianos, en la pared derecha solo dos ventanales hasta mitad de pared que dejaba ver que en el piso de arriba había un camino hasta la piscina, y en la pared del frente una tv plana empotrada

Antes de que muera © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora