Capitulo 4

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Capitulo IVPequeña realidadDiane iba camino al restaurante donde había quedado con Adam, su mente seguía dándole vueltas

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Capitulo IV
Pequeña realidad
Diane iba camino al restaurante donde había quedado con Adam, su mente seguía dándole vueltas. No sabía que pensar. Le frustraba quedarse cruzada de brazos, ¿si hablaba con su madre? Ella probablemente la gritaría que la amaba y que entendiera lo hacía por amor hacía ella. ¿Y su padre? Julián había dicho que no lo metiera aun, pero alguien debía darle una solución a Diane. ¿Si le contaba a Adam? Probablemente la dejaría, se decepcionaría al saber que Diane contuvo el secreto tanto tiempo, que ella sabía quién estaba matando a sus hermanos y que además, era su familia, contarle que la boda además de ser un arreglo era para quedarse con su dinero, sería la gota que derrama el vaso. Daba vueltas y vueltas en su mente.
Pero además, aquella noche de su cumpleaños la frustraba más que otra cosa, Julián podía equivocarse. ¿Y si Adam estuvo esa noche? Le dio dolor de cabeza, tragó saliva y aparcó su auto en el parking del lugar. Miró su reloj, iba unos veinte minutos tarde. Se acomodó un mechón de cabello y entró al lugar.
Vio a Adam en una de las mesas cercanas a la ventana con su traje perfecto hecho a la medida, su cabello peinado hacía un lado mostrando pulcritud y aseo, como siempre era, con un lujo que lo diferenciaba de otros hombres. Un restaurante lujoso, donde te transportabas, donde nadas en sonoras notas del piano en vivo, con gente de clase alta que mostraba superioridad y poder. Eso para Diane era un chiste, ella no era así aunque pareciera.
Caminó hasta donde se encontraba sentado su novio, él hablaba por llamada. Con una seña le pidió esperara un momento, la chica sonrió sentándose y lista para ordenar una margarita, necesitaba licor, pensó. Se acomodó mientras Adam seguía en llamada, hablando sobre asuntos de abogados que ella no entendía y que además no le importaba entender. Tomó la carta y chequeaba que comer, precios que le daban risa, ella jamás con su sueldo iba a poder pagar eso. Le llegó su margarita y finalmente Adam colgó.
- Perdona mi amor.- Se paró para regalarle un beso – Tengo un caso muy importante y debía resolver esto, pero ahora tengo mi tiempo y mi mente puesta en ti. ¿Qué tal el trabajo?
- Muy tranquilo. Solo guionistas que no saben hacer su trabajo.- Tomó un trago de su bebida.
- Ordenemos.- Miró su carta, y Diane lo miraba a él.
- ¿Ya has escrito tus votos?- Diane comentó para formar una conversación.
- He escrito una parte, sí. ¿tu?
No se había dado cuenta que no había hecho mente sobre sus votos, increíblemente no tenía tiempo para ello, cuando su madre mató a su cuarto cuñado y eso le salpicaba a ella misma y su familia. Pensar en escribir unos votos donde debe confesar todo lo que siente por el hombre que la ha marcado emocionalmente la desconcierta en una cierta manera.
- Realmente no, he estado en otras cosas, el trabajo por ejemplo.

Dedicaron su tiempo de espera para conversar sobre su boda, ambos estaban emocionados de ser legalmente esposos por fin. Adam le comentó sobre sus planes para la boda eclesiástica, estaba ilusionado con la idea de imaginarse a Diane vestida de novia y recibirla en el altar, su mayor deseo hecho realidad, aún con todo lo malo que estaba viviendo su familia, verla a ella en paz era lo que más deseaba.
- Diane debo comentarte algo.- Cambió de tema drástico.- He hablado con gente del FBI.
Diane se detuvo un segundo, sus manos empezaron a sudar y sus ojos simplemente veían fijamente los de Adam. El corazón se le saldría del pecho, pero con voz temblorosa comentó:
- ¿Y...? ¿Por qué?- Miró su copa.
- Mi amor he perdido cuatro hermanos y según el FBI tres se suicidaron, ¿crees
eso lógico? Mis hermanos no estaban locos.- Diane sintió escalofríos, tragó saliva.- En fin, lo que quería comentarte. A Kendall lo mataron, y voy a averiguar quien fue.
Ane ahora estaba pálida, recordó las palabras de Julián, si se sabía sobre la muerte de Kendall, la sangre salpicaría en ella. Miró a su prometido y por más que le diera miedo perderlo, sentía que todo ser humano necesitaba la verdad, y más aún un tema como este, debía reconocer que ella le estaba haciendo daño. Lo mejor era decirle la verdad, aunque eso implicara perderlo.
Apretó su mano removiéndose en su asiento, ella no sentía paz ahora que los responsables estaban muertos, no sentía felicidad, sentía dolor por toda la situación. Ella estaba rota, pero eso no importaba si su familia y Adam eran felices. Necesitaba respirar, respirar aire fresco, respirar lejos de Adam, quizás si huía podía protegerlo. Este recibió una llamada, y con ello, Ane fue salvada por la campana, él cambio de tema.
Su almuerzo se tornó mucho peor de lo que ella imaginaba. Al salir ambos se separaron. Ane entró a su auto y condujo hasta el lugar donde no debía ir, pero necesitaba. La casa de sus padres. Zona alejada del centro de NYC, a unos 30 minutos de la ciudad, una pequeña quinta que compraron hace unos años, allí vivían sus padres y Diana, Ane pasaba tiempo que no los visitaba por las peleas con su madre, pero esta tarde, quería hablar con su padre.
Hizo un pequeño resumen en su cabeza, dio vueltas, muchas vueltas, pero había llegado a la perfecta conclusión de lo que realmente quería decirle. Necesitaba ayuda, por qué si la familia Louis se entera del asesino, no podían ser ellos los culpables, sino su madre, por más que le doliera. Dakota James estaba cometiendo un error, y eso estaba ensuciando el apellido de su familia, pero además estaba poniendo en juego su relación con Adam.
Aparcó el auto frente aquella casa donde una vez vivió, y recordó aquel día.
El sol empezaba a ocultarse, Ane regresaba de la clínica. Esta pesadilla para todo el mundo había terminado, sin embargo, para ella era apenas el inicio. Miró su casa, y le

Antes de que muera © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora