Capítulo 14

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Una flor marchita

El sol empezaba a ocultarse, el viento jugaba con su cabello, se veía hermosa. El mar se escuchaba fuerte. Ella leía un libro con suma concentración con su rostro limpio, sin maquillaje, siendo tan pura y real. No podía dejar de verla, le transmitía felicidad, todo había acabado.  Ella estaba bien, y aquí junto a él. Le tocó el cabello, y en sus manos no sentía nada, se pulverizaba su esposa en sus manos. Ella no existía, realmente no estaba aquí. Pero él tampoco, él solo era una mancha en un cielo de estrellas que brillan con luz propia.

Adam despertó de golpe, se ubicó en donde se encontraba, un olor a antibacteriales lo embriago y el sonido de los teléfonos que no dejaban de repicar lo aturdía. Miró a su frente, Diane dormía plácidamente. Se quedó dormido con su esposa.

La noche anterior el neurocirujano ordenó que la asignaran a una habitación, Diane estaba lista para salir de terapia intensiva ya que su cerebro estaba desinflamado hasta el punto que necesitaban, y se encontraba fuera de peligro. Esa noche Adam y Diana no se apartaron de la cama de la chica, que dormía plácidamente con los efectos de los medicamentos, sin embargo hoy era el día, Diane despertaría. En cualquier momento ella abriría sus ojos y Adam quería estar allí, de primero, para hablar con ella y que lo perdonara por hacerle esto.

Miró a su alrededor y Diana ya no estaba allí, se acomodó para poder sacar de su bolsillo su celular, era Jueves y necesitaba llamar a su oficina. Se había perdido en los últimos tres días y suponía sus jefes esperaban una explicación lógica, la misma explicación lógica que sus clientes también necesitaban. Su abogado incluyendo los asuntos personales en lo laboral, eso no le gustaría a la firma. Su celular sonó, "Padre". Adam maldijo. Miró a su esposa y seguía profundamente dormida, miró el reloj, 8:30am. Ella despertaría en cualquier momento, pensó. Salió de la habitación sigilosamente y se dirigió a un pasillo solo.

-          Hola.- Contestó.

-          Hijo, me encuentro en Nueva York, ¿te gustaría que nos viéramos?-

-          ¿a qué hora?- Miró el reloj.

-          A las 11 está bien, te invitó el almuerzo, traje el documento.-

-          Hasta entonces.- Colgó.

Miró a la puerta de la habitación donde se encontraba hospitalizada Diane, quería que luego de tres días, despertara, lo necesitaba. Miró por el pasillo, ¿Dónde podía estar Diana? Miró por el pasillo que tenía a su izquierda, puertas de varias habitaciones se encontraban allí, todo estaba vacío. Limpio su cara, y en un momento de descuido, notó que la puerta se encontraba abierta así que corrió.

Abby se encontraba allí, tomándole la mano vendada. Adam miró un rato, y luego tocó la puerta con cuidado.

-          ¿Por qué no me habías avisado Adam?- Dijo con un tono de extrema preocupación.

-          Lo lamento, quería estar solo con ella.- Ella volteó los ojos, y volvió su mirada a Diane.

A los minutos llegó Katherine, Harry y Konnor, todos con regalos, arreglos de globos, peluches y algunas golosinas. Adam miró la situación, agradecía profundamente las personas que amaban a Diane. Ella siempre sintió que no merecía este amor, el amor de amigos, el amor de pareja o el amor de madre que por ejemplo sentía Abby hacía ella. Todos se encontraban emocionados y felices que Diane despertaría hoy, aunque no sabían si los recordarían, les emocionaba saber que por fin abriría los ojos y eso les daría la paz que necesitaban, saber que ella estaba bien, viva principalmente.

Todos hablaban susurrando, para no aturdir a Diane, colocaron los regalos en las mesas al lado de la cama y salieron. Katherine y Konnor hablaban sobre Venezuela, Katherine contaba y Konnor escuchaba impresionado por la situación política y económica de un país tan rico. Por la parte de Harry, seguía hablando con el medico a cargo, eran muy amigos y ambos estaban orgullosos del trabajo con Diane, y que despertará tan rápido.

Antes de que muera © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora