Capítulo 7

110 21 6
                                    

Capítulo VIIMás que dolorCopas de vino vacías, botellas de vodka ingeridas, música sonando mientras todos bailaban celebrando y disfrutando la unión de una pareja fuerte y enamorada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Capítulo VII
Más que dolor
Copas de vino vacías, botellas de vodka ingeridas, música sonando mientras todos bailaban celebrando y disfrutando la unión de una pareja fuerte y enamorada.
La celebración se extendía hasta la madrugada. Abby enseñaba una pieza de baile de su país natal, México, los demás fingían entenderle como se bailaba el género banda. Lo gracioso es que a todos les hacían efecto los tragos que bebieron durante todo el día. Paul besaba a su novia, Konnor y Harry reían de ver a una Abby diferente, lejos de su papel de ama de llaves. Se sentían en familia y eso eran; una familia.
Los ahora esposos caminaban por la playa tomados de la mano, riendo y riendo.
- No debimos tomar tanto. El juez se iba a molestar.- Dijo Diane riendo, se detuvieron y ella enlazo sus brazos en el cuello de Adam. – Entonces...- Dijo seductora acercándose a sus labios. - ¿Utilizaré ahora tu apellido?- Lo besó, jugó con su labio inferior lentamente.
- Soy abogado, ¿Qué pregunta es esa?- Rieron. – Puedes utilizar algo más que mi apellido.- La apretó hacía el con fuerza, tocándole los glúteos.
Sus labios se movían con sincronía, y sus manos al mismo tiempo tenían una similitud. Cayeron en la arena, Adam se encontraba encima de Diane, por un momento se detuvo a mirarla, observarla completamente dispuesta para él. La volteó con lujuria, para bajar su cierre poco a poco.
- Adam... No hay necesidad que me lo quites.- Dijo, alzándose el vestido.
Él le tomó las manos y se las subió por encima de su cabeza. Diane respiró profundo. Adam siguió su camino bajándole el cierre. Cuando lo tuvo abajo, sus manos se deslizaron por sus piernas subiendo hasta sus glúteos y haciendo un viaje hasta su espalda, al subir el vestido completo volteó a Diane nuevamente, para terminar de sacarla de aquel vestido que le formaba un cuerpo espectacular.
- Quiero verte así...- Le retiró el vestido hacía un lado. – Totalmente mía.
Ane se encontraba expuesta, con solo su panty puesta en aquella playa de Hawái. Adam la observó y con sus labios recorrió el cuerpo de su esposa, Diane sentía como su piel ardía bajo la lengua de Adam que trazaba un camino desde sus muslos hasta su pecho, no dejando pasar cada zona importante. Sonó el celular de Adam, él lo sacó de su bolsillo y lo tiró a un lado para poder continuar. Sin embargo, el celular sonaba y no paraba.
- Deberías ver quien te llama.- Dijo Diane.
- Mi amor, debe ser de la oficina.- Se quejó.
Tomó el celular y efectivamente, era de su bufete. Él suspiró y al ver a una Ane que pedía contestara, se paró y contestó. Ella tomó el vestido y trató de colocárselo, debían regresar, era tarde y lo mejor era volver a la casa para continuar allí.

Adam regresó serio, ayudó a Diane para que se pusiera de pie, la volteó y le cerró la cremallera de una manera brusca.
- ¿Sucedió algo?
Adam la miró y sonrió, Diane se ponía nerviosa en las llamadas que él recibía.
- No mi vida...- La tomó con sus dos manos por las mejillas. - Hay un caso bastante fuerte y yo estoy a cargo, sin mí es una locura. Quieren que regrese en 3 días.
- ¿Tan rápido?- Ella hizo puchero. – Bueno.- Él la abrazó.
- Mi amor nos faltan 3 días, lo disfrutaremos. Te lo prometo.
Ella le regaló una pequeña sonrisa, agarró su vestido y caminaron de vuelta al toldo. Al acercarse notaron que la música sonaba a más volumen, todos no paraban de bailar. Ane rió internamente, decidió que lo mejor era disfrutar un rato más el ambiente. Baile, música y unos cuantos tragos más, hizo que la reunión se extendiera hasta las tres de la madrugada.
Era tiempo de volver a Oahu, la mayoría iban con energías, riendo por chistes malos, contando historias sin sentidos y bebiendo lo que quedaba de vodka. Efectos normales de gente ebria.
Unos 25 minutos se tomaron los choferes en llegar hasta la mansión. Al llegar se dirigieron directamente al área de la piscina, todos excepto los recién casados, que como claramente tenían menos cantidad de alcohol, deseaban estar juntos sexualmente. Necesitaban terminar lo que empezaron en la playa.
Diane quitó su vestido y se acomodó en cama desnuda, totalmente expuesta, lista para Adam, su esposo. Él la miró, sonrió y desabrochó su camisa lentamente, sin despegarle la mirada a ella. Mordió su labio inferior, y quitó su último botón. Se deslizó hasta Diane, y la besó, besos sus labios con fuerza, mordisqueó un poquito y luego la jaló para voltearla, y tenerla encima de él.
Lo que restaba de noche, fueron solo besos, caricias y placer sin freno, que luego de estar juntos solo sentían la necesidad de dormir y descansar. Había sido una larga noche, de un largo día. Diane se encontraba recostada del pecho de Adam con su cabello alborotado, y su piel llena de sudor. Se tiró el edredón encima, y tras mirar a su ahora esposo, cerró los ojos para caer profundamente dormida. El mundo de los sueños, donde la vida es totalmente paralela.
...
3 días fabulosos, llenos de vida y de alegría. Conocer Hawái había sido una experiencia hermosa, sin embargo, era hora de regresar a lo que le decían rutina. El trabajo llamaba. Los días post-boda en Honolulu y en Oahu fueron de nada más que el turismo. Conocer algunas playas, bucear, ir a museos y recorrer cascadas hicieron de esos tres días, inolvidables para todos. Diane sentía a todos ellos, sus amigos, personas tan cercanas a ella, incluyendo a Eliza que poco o mucho se acercó con una linda amistad, que quería perdurara hasta ya estando en Nueva York.

Antes de que muera © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora