Capítulo 4

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¿Porqué esta molesto?

La pregunta ronda por mi cabeza y taladra mi mente. Sé muy bien que no puedo pretender hacerme la valiente frente a él en este momento, porque ciertamente, no me nace el sentimiento ni un poco. No se porque se encuentre asi, pero ni siquiera deseó averiguarlo.


Asi que lo único que hago es asentir con la cabeza torpemente, mientras desvío la mirada de la suya con rápidez, solo porque ya no resisto verla más.

Volteo en dirección al pájaro y este se encuentra igual, totalmente quieto sobre la mesa del comedor mirando hacia nosotros con pequeña curiosidad. Es entonces, cuando el chico pelirrojo silba la misma melodía que consiste en su llamado pero este, sin embargo, no se mueve en el instante.

No vuela hacia él tal y como lo hizo ayer, solo se queda ahí, observando puntos distintos de la estancia mientras que su dueño sigue llamándolo.

—¿Qué pasa? —susurro para mi misma, frunzo el ceño confundida al mirar que el pequeño animal sigue estando firme en su lugar después de que su dueño dejo de silbarle.

—Howard... —habla el pelirrojo, pero su voz es tan grave ahora, que por un momento no la reconozco. Tanto que parece como si estuviera advirtiéndole para que corresponda a su llamado antes de que se impaciente más.

Trago saliva, y mi cuerpo se estremece por completo en cuanto escucho los pasos de él entrando al apartamento, colocándose justo a mi lado. Sin que pueda evitarlo, lo observo por el rabillo del ojo solo por pura curiosidad, y checo que su vista está fijamente clavada en el pájaro, también la expresión molesta que le llena el rostro sigue estando ahí. Su cuerpo esta enderezado de manera intimidante y yo no puedo evitar ponerme nerviosa.

—Ven aquí —exige de pronto, asi engrosando su tono de voz mas de lo normal y no puedo retenerlo, todos los bellos de mi piel se erizan en el instante en que lo escucho hablar así.

Pasan los segundos.

El pájaro no se mueve. No avanza hacia él y eso me pone más alla de lo ansiosa.

—Maldita sea, como quieras, me da igual—dice fastidiado, girándose sobre sus talones con la intención de marcharse de aquí. Sin embargo, la resolución de sus palabras llegan a mi con una rapidez y lo detengo.

— ¿Lo dejaras aquí? —pregunto confundida. Rose voltea a encararme rodando los ojos.

— ¿No vez que no se quiere venir conmigo? —escupe, en un siseo molesto—. Yo no estoy para soportar esto ahora, asi que me temo que ya es tu maldito problema.

¿Qué? —la incredulidad se presencia en mi voz.

—¡Lotería! Nena, te quedarás con él.

—Oh, no —exclamo, totalmente desconsertada—, es tuyo asi que llevatelo de aquí, este es mi lugar.

—Mira, a él es a quien le gusta estar aquí, ¿comprendes eso? —escupe con irritación—, asi que por lo que veo si llevas de pierde, muñeca.

Dios... ¿que?

De pronto, siento como el coraje se abre paso por mis sentidos hasta apoderarse de mi pecho con fuerza, su maldita actitud me esta sacando de quicio, es decir, ¿Quién demonios se cree este imbécil como para dejarme su mascota aquí?

— ¡Me quebró un jodido vaso! —es lo primero que se me viene a la cabeza, y se lo grito en cara como si fuese lo peor que haya pasado. Sin embargo, él no lo toma de esa manera porque cuando me escucha, alza las cejas con total incredulidad y sonríe divertido.

En Otra Vida | Axl Rose.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora