Camila volvió a casa, destrozada. Al entrar pudo sentir el olor a alcohol que había en el lugar.
Sintió asco, porque sabía que su padrastro estaba ahí y probablemente él no tardaría nada en notar su presencia, para luego "castigarla".
—¡KARLA!— Llamó su padrastro cuando Camila ya había llegado a su habitación.
El hombre mayor se dirigió a su habitación y la abrió de golpe, encontrándose con la castaña al frente suyo.
—¿De verdad.. creíste que te escaparías d-de mí?— Trató de decir, arrastrando las palabras.—No puedes hacer eso Karla, primero debes darme lo que quiero.
—No lo haré, no haré algo que tú quieres nunca más.— Mala idea.
Lo que dijo Camila tuvo consecuencias, que después llevarían a una posible solución.
