5. Salir.

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El rugido del motor resonaba por las calles que cada vez parecían estar más llenas de gente y de gritos.
Pero eso era gente???
Cuando Elettra se dio cuenta de que las perseguían corriendo desesperados detrás de la moto supo que no.
Enterró su rostro en la espalda de la policía  y cerró los ojos.

El viento le golpeaba con fuerza la camisa y erizaba su piel desnuda pero el calor que le transmitía Elettra pegada a ella ayudaba un poco a no quedarse helada.
Alex redujo la velocidad, estaban en un sitio supuestamente tranquilo y los perseguidores que había visto por los espejos retrovisores habían desistido kilómetros atrás.

Buscó en su pequeña mochila la radio y escuchó.
-.... es una situación complicada. A todos los agentes en pasivo... en activo, de baja, se necesitan refuerzos, acudan a comisaría o...... -escucharon la estática un buen rato hasta que la voz volvió- ...que Dios nos pille confesados.

Reconocía esa voz, era la mujer encargada del turno de noche, 30 años, una voz especialmente bonita y susurrante que muchas veces se había preocupado de que llegara bien a casa después de su turno. No habían intimado nunca mucho pero la conocía.
Se llamaba Patry y tenía un niño.
Parecía asustada y nunca la había oído asustada.
Eso le dio aún más miedo que la oleada de cuerpos andantes que pudieran venírseles encima.
Miró a Elettra con los ojos húmedos, llenos de lágrimas sin derramar, y ella simplemente la abrazó.

Puede que fuera el fin del mundo y puede que fueran a vivirlo juntas.
Dos extrañas.
-Tengo cuatro hermanos, muchos perros y caballos y son lo más importante de mi vida.
-Mi familia no vive aquí y los echo mucho de menos.
Confesaron la una en los brazos de la otra.
-Si estas van a ser mis últimas palabras quiero que le digas a mi abuela, a Deya, a mí tía, a toda mi familia y amigos que los quiero, que los amo más que a nada en este mundo.

Elettra se aferró a su camisa con más fuerza clavándole levemente las uñas.
-Yo no voy a morir así que no hará falta que digas nada a mi familia -se separó de ella e hizo que la mirara- Y tú tampoco. Tienes que ayudarme.

Alex asintió recuperando el temple, tenía razón, era demasiado pronto para rendirse aunque aquello fuera una pesadilla dantesca.
Pero ella no era la princesa y Elettra no parecía el dragón ni el caballero que le rescataba.

-Tendremos que recorrer a pie las últimas calles, la moto hace demasiado ruido.
-Estoy de acuerdo.
Tomadas de la mano corriendo y andaron sigilosamente por los callejones más oscuros y tranquilos según les convenía.
Vieron escaparates destrozados y a oscuras pero no había ni un alma saqueando dentro y ni siquiera se veía una luz en las ventanas de viviendas adyacentes.

Solo tenían una pistola para protegerse y sabían que usarla era una muerte casi segura.
El ruido les atraía, lo habían comprobado en la morgue cuando Alex disparó y una bandada destrozó la puerta para perseguirlas.
También con la moto.
Así que nada de disparos, así que estaban indefensas.

Llegaron a las inmediaciones del lugar sin mayores contratiempos a pesar de oír y a veces ver algunos coches recorriendo las calles a 120 kms/h, Alex deseó que hubiera sido un día normal para detenerlos por imprudentes pero comprendía su miedo.
Aunque fueron ellas las que se asustaron cuando vieron desde detrás de unos cubos de basura como una camioneta frenaba y disparaba ráfagas con armas militares a sus perseguidores, suponían, gritando, riéndose y asomando la cabeza por la ventanilla.

Cuando aceleraron aún les seguían una veintena de zombies en una carrera frenética, eran los que no habían logrado alcanzar con sus disparos.
Otros tantos como pudieron divisar cuando salieron de su escondite estaban desparramados en mitad de la carretera y había algunos que aún se movían a pesar de haber perdido medio cuerpo.

Blumettra ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora