Juntos por un lazo

Capítulo 3: Sentimientos extraños

    Ya han pasado tres semanas desde que perdí mi brazalete azul y todavía no lo encuentro. También no me he vuelto a encontrar a ese chico, ni siquiera lo he vuelto a ver en la escuela. Ya no aguantaba la preocupación por el brazalete por lo que decidí ir al parque a leer para distraerme un poco.

Al llegar al parque, me senté debajo de un árbol frondoso y comencé a leer. Varios minutos después, escuché unos pasos que se acercaban, pero no le di mucha importancia.

-¿?: Hola preciosa -al escuchar eso me puse nerviosa y sin pensarlo dos veces levanté la mirada.
-Emma: ¡Me estás siguiendo! -dije mientras me ponía de pie un poco alterada.
-¿?: -Soltó una carcajada al ver mi reacción- ¿Y si lo hago, qué -dijo con tono burlón.
-Emma: Ya -le dí un pequeño golpe en el hombro.
-¿?: No, no te sigo, solo pasaba por aquí y te ví-me dedicó una sonrisa - y ¿cómo estás?
-Emma: Bien, ¿y tú?
-¿?: Bien, por cierto, me llamo Leo Smith y tú -me extendió la mano y le respondí el saludo.
-Emma: Emma Price, gusto en conocerte.
-Leo: Igualmente -nos quedamo en silencio y Leo comenzó a acariciar mi mano, se sentía un poco incómodo hasta que decidí interrumpir.
-Emma: ¡Ejem! Me puedes devolver mi mano -solté una sonrisa.
-Leo: ¿Y si no quiero? -levanto una ceja y soltó una risita.
-Emma: Ya Leo.
-Leo: Bueno solo porque tu me lo pides -dijo mientras me soltaba la mano- ¿Me puedo sentar contigo?
-Emma: Si claro -nos sentamos debajo del árbol donde estába sentada antes.
-Leo: ¿Y qué hacías antes de que llegara?
-Emma: Estába leyendo una novela para apartar un poco la preocupación.
-Leo: ¿Estás preocupada?
-Emma: Si un poco.
-Leo: ¿Por qué? Si se puede saber.
-Emma: Bueno, te acuerdas cuando tropezamos por primera vez.
-Leo: Si.
-Emma: Pues creo que al tropezar contigo se me cayó.... -me interrumpió.
-Leo: Tu brazalete azul.
-Emma: Si cómo.... -me interrumpió  colocando un dedo en mis labios simbolizando silencio y con la otra mano saco algo de su bolsillo.
-Leo: ¿De casualidad no es este?
-Emma: ¡Mi brazalete! Espera, ¿dónde lo encontraste? -pregunté en tono serio.
-Leo: Cuando te fuiste corriendo lo encontré en el suelo. ¿Me dejas ponertelo?
-Emma: Si claro -me sonrojé al ver como agarró mi mano con delicadeza y ternura para ponerme el brazalete. Leo me miró fijamente a los ojos mientras me acariciaba la mano. (¿En qué estará pensando? ¿Por qué me mira así? ¿Acaso le doy lástima o que?) -pensé.
-Leo: Sabes...
-Emma: ¿Si?
-Leo: Eres muy hermosa.
 
    Al escuchar eso de Leo sentí como mi cara se sonrojaba más y más. No se que me pasaba en ese momento. Sentía un cosquilleo que subía y bajaba dentro de mi. Leo se acercó más de lo que ya estaba y sentí que me iba a besar por lo que decidí bajar la cabeza.

-Leo: Lo siento -dijo alejándose de mi.
-Emma: Descuida, no hay problema -le dediqué una sonrisa.
-Leo: Ya es tarde, ¿dónde vives?
-Emma: Vivo cerca de aquí, ¿por qué?
-Leo: Para acompañarte hasta tu casa.
-Emma: Tranquilo, puedo irme sola.
-Leo: De ninguna manera, hay muchos pervertidos a estas horas. Déjame acompañarte -dijo tomándome las manos.
-Emma: Está bien, vamos -comenzamos a caminar sin decir ninguna palabra y decidí romper el hielo- Muchas gracias por devolverme mi brazalete, significa mucho para mí.
-Leo: ¡Oh si! Y que significa para ti.
-Emma: Pues este brazalete me lo regalo mi abuela. Me ayuda a pensar y me da suerte.
-Leo: Tienes razón al decir que es de la suerte.
-Emma: ¿Por qué lo dices?
-Leo: Porque gracias a ese brazalete te conocí a ti -nos detuvimos en el camino y nos miramos fijamente a los ojos.
-Emma: Estás diciendo que tienes suerte de conocerme.
-Leo: Así es.
-Emma: Mira ya estamos al lado de mi casa -dije desviando la mirada.
-Leo: Tratas de cambiar la conversación,  que astuta -levanto una ceja- Está bien, te  seguiré la corriente -caminamos hasta llegar al frente de mi casa y nos miramos de frente- ¿Cómo puedo contactarte, tienes  teléfono?
-Emma: Si, pásame tu teléfono  para darte mi número -Leo me pasó su teléfono y le dí mi número- Ya está.
-Leo: Nos vemos el lunes, que descanses. -me dio un tierno beso en la frente.
-Emma: Que descanses. Adiós.

Luego de despedirme de Leo, entre a mi casa y me recosté en la puerta dando un pequeño suspiro.