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La mujer tecleaba con lentitud y, élestaba tan desesperado que se hizo fácil sacar un cigarrillo y prenderlo en plena sala de la policía. La mujer carraspeo mientras lo miraba con desaprobación, incluso dejó de hacer si trabajo y dirigió de reojo la vista hacia un leteo que prohibía que alguien fumara.

— Aquí no puede fumar —indicó mientras señalaba aquel mismo letrero, el cual Indic a "edificio libre de humo" tachando un cigarro—, apáguelo o vaya afuera a fumar.

— Llevo esperando más de una hora y usted no me puede atender —JongIn gruño con molestia mientras apagaba su cigarrillo recién prendido—, esto es tan desesperante.

— El teniente estará aquí en unos minutos —regresó su vista a la computadora—, ya se lo había dicho.

— Eso fue hace media hora —chasqueó la lengua mientras miraba de nuevo el reloj de su muñeca, mismo que marcaba las siete de la tarde. Llego lo más rápido que pudo, desde de que su hermano le anunciara la terrible noticia de la desaparición de su hija.

En eso unos pasos lo sacaron de su discusión con aquella mujer; un hombre joven y de baja estatura se hizo presente, era alguien que Kim JongIn conocía bien. Años atrás era un novato que le había ayudado demasiado, era tan profesional en lo que hacía, que era por eso que ahora había ascendido a Teniente.

—Buenas tardes, disculpen la demora —entro saludando, haciendo que varios de ahí se pusieran de pie para darle una ligera inclinación; la misma mujer que lo atendía hizo lo mismo.

— Buenas tardes Teniente Byun —ella saludó con una sumisa amabilidad. A JongIn le dio un tanto de gracia aquel comportamiento, ya que con aquel había tenido una actitud un tanto "despota".

— Tuve una tarde agotadora —contó mientras se acercaba a su lugar y todos los presentes prestaban atención—, hubo una redada en el club que habían reportado, pero ya todo bien —agregó mientras se quitaba el saco.

— Jefe —la mujer tomó su atención mientras le ayudaba a quitarse aquel saco— el señor Kim sigue aquí y aún quiere hablar con usted —la mujer señaló a JongIn y el aludido se giró a verlo.

— Oh, pero si es el ingeniero Kim —aquel dijo en un tono de sorpresa y JongIn se puso de pie para darle una ligera inclinación como saludo.

— Byun —saludó secamente—, me has hecho esperar bastante y, tengo demasiada prisa con el asunto que vengo a darte —ambos tomaron asiento en las respectivas sillas de aquel escritorio.

— ¿Que es lo que te trae por aquí? —cuestionó el otro mientras ponía las manos de frente y las cerraba.

— Bueno —JongIn paseo amabas manos nerviosamente sobre la mezclilla de su pantalón—, como te platiqué, llevo esperando más de una hora y, la gente que tienes aquí, al parecer no está funcionando —acusó JongIn mientras voltean a mirar a la secretaría y un par de personas que no le prestaron importancia.

— Lamentó escuchar aquello —Byun miro de reojo a su personal viendo si no habría un culpable por el mal humor de Kim JongIn—, al contrario tuyo consideró que mi gente es muy eficiente —defendió el hombrecillo—. Sunny, podrías traer algo de tomar para el ingeniero.

—Si Jefe —ella se levantó de su asiento posicionándose aún costado del escritorio del teniente—. ¿Gusta algo de tomar? —ella preguntó.

—Déjalo así —JongIn la volteo a ver dándole un desaire—, en una hora que llevo aquí, no me has ofrecido nada y ahora no quiero nada —refunfuño porque estaba estresado y preocupado, pero esta gente seguía tomándose las cosas con calma.

—A mi tráeme un refresco —ordenó Byun con una sonrisa y ella enseguida le obedeció—. Bien, dígame que es lo que deseas de mi —aquel se inclinó hacia enfrente cruzándose de brazos.

P A L E T T EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora