Capítulo Veinte (Parte II)

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*La actualización fue doble, no olviden votar y comentar en ambas partes

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*La actualización fue doble, no olviden votar y comentar en ambas partes. El capítulo está inmenso, pónganse cómodas para leer. 

Le di un sorbo a mi taza de café esperando poder engañar un poco a mi estómago. No me animé a comer más de unos pocos bocados de la cena que preparó Elena, la comida vegana no era lo mío, o al menos que preparaba ella. Me sobresalté al sentir la mano de Pablo apretar mi rodilla, la aparté con cuidado sin dejar de prestarle atención a su madre que hablaba con entusiasmo.

—Benja también te extraña —comentó el golfo haciéndola sonreír.

—¿Estás cansada, Camila? —preguntó la señora al verme bostezar.

—Sí, desperté demasiado temprano.

El ruido del teléfono interrumpió nuestra conversación, Elena se puso de pie para responder dejándome sola con Pablo, alargué el brazo para tomar el portarretrato que estaba sobre una mesa cercana. Sonreí viendo a Pablo de niño, vestido con uniforme de futbol similar al de Luciana. Animado por mi respuesta a la foto, se puso de pie para tomar algo que también estaba sobre la mesa, era un álbum que me ofreció sonriente.

—Ay mira, que chiquito —señale la foto de él de niño, estaba completamente desnudo de ahí la risa que no podía controlar.

—Cuando crecí lo hice de todos lados, si quieres te puedo mostrar —dijo después de ver donde apuntaba mi dedo.

—Golfo, eres un idiota. No quiero que me muestres nada.

—Era tu hermana —la voz de Elena cortó nuestra charla, se acercó sonriente hasta sentarse de nuevo frente a nosotros.

—La cena estuvo deliciosa, el café también —me puse de pie ante la mirada expectante de Pablo que contempló todos mis movimientos—. Estoy agotada, intentaré descansar, muchas gracias por todo.

—Descansa, Camila. Si necesitas algo no dudes en pedírmelo.

—Gracias, señora. Buenas noches a ambos.

Pablo tomó mi mano antes de que tuviera la oportunidad de alejarme, besó mi mejilla deseándome buenas noches de forma muy cariñosa, le seguí el juego solo porque Elena no dejaba de vernos.

—No le pases el pestillo a la puerta —susurró el sinvergüenza a mi oído.

Subí ignorando las cosquillas que se desataron en mi estómago después de su susurro. La sonrisa no se desdibujó de mis labios, a pesar de lo extraño que me era estar en ese lugar, me sentí cómoda. Puse la maleta sobre la cama para buscar el pijama que había llevado. El baño era más grande de lo que esperé, mientras me cepillaba los dientes le respondía todos los mensajes a Mariano, en donde me alentaba a pedirle a Pablo que hablará con Benjamín para arreglar nuestros problemas.

Lancé el teléfono sobre la cama antes de desvestirme, me puse mi pijama para luego colocarme crema en el rostro. Que Pablo asomara la cabeza no me tomó por sorpresa, sabía que haría algo así en cuanto tuviera la oportunidad. Entró después de ver hacia el pasillo, ignorando mi gesto que le exigía no hacerlo.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora