Capítulo Treinta y Tres (Parte II)

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Dedicado a todas las intensas.

Feliz navidad para todas, espero disfruten de este pequeño regalo, las quiero mucho, gracias por todo el cariño y apoyo. 

—Mariano, necesito ayuda con el maldito cierre

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—Mariano, necesito ayuda con el maldito cierre.

Pese a la exasperación que denotaba el tono de mi voz, Mariano no se inmutó, continuó con el teléfono en la mano, concentrado en lo que estaba viendo. Zapateé con impaciencia mientras le dedicaba una mirada llena de reproche, el agotamiento que padecía limitaba mi tolerancia. Estaba a punto de gritarle, no podía seguir conteniéndome.

—Yo te ayudo, Cami.

Respiré hondo, aguardando por la ayuda de mi asistente que no tardó en llegar. Volteé facilitándole la labor de bajar el cierre atorado, que no cedió por más fuerza que Lucy ejerciera.

—Ten cuidado, Lucy. Debemos regresárselo al diseñador. Camila nunca debió ponérselo, le dije que no entraba, pero doña chichis insistió —se quejó mientras se ponía de pie—. Considera operarte, tus pechos hacen que todo se vea vulgar.

—Mis pechos son perfectos, estúpido, el vestido no.

Entre los dos lograron que el cierre cediera, liberándome de la sensación de asfixia que me ocasionó el maldito vestido. Solté un suspiro de alivio al mismo tiempo que me alejaba del espejo. Había sido un día largo y decisivo, el casting al que asistí temprano, me desgastó física y mentalmente. Lo único que se me apetecía era dormir, sin embargo, la sorpresa que le tenía preparada a Elena me proporcionaba la energía necesaria para continuar.

—No entiendo por qué tienes esa cara de amargada. Mi diosa, lo hiciste de maravilla en el casting, te acabo de confirmar lo del desfile de Macario. Sonríe al menos, trabajar contigo es complicado.

—Estoy cansada y molesta contigo, eso es todo.

—Ayer descansaste —replicó de inmediato—. Yo debería estar molesto contigo, me cancelaste la cena sin darme explicaciones, quisiste celebrar tu cumpleaños sin mí, eso es imperdonable.

—Te lo dije mil veces, no celebré nada —repetí con fastidio mientras subía el pantalón por mis piernas.

—Cami, Pablo te está llamando.

—Dile que en diez minutos estoy lista —le respondí a Lucy dándome prisa para terminar de vestirme.

—No te creo, vi las fotos que subiste ayer. Los regalos y las flores, ah y tu mano y la del golfo juntas, que linda foto eh —agregó con ironía.

—-La próxima vez subo una donde lo esté besando. Tengo varias, fotografiamos bien, tenemos química.

—Ni se te ocurra —advirtió cambiando el tono de su voz—. No te conviene para nada exponer tu vida privada de esa forma, ¿te das cuentas que cada vez te estás haciendo más conocida? La foto de las manitas juntas y el corazón fue innecesaria.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora