Capítulo Treinta y seis (Parte I)

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En un ratito la segunda parte, no se olviden de comentar y votar

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En un ratito la segunda parte, no se olviden de comentar y votar. 

—¿Puedes relajarte, por favor?

—Sí —respondí de inmediato, el tono de Nicole aunque fue amable, me llenó de temor.

—Vas a sentir una pequeña molestia —advirtió—, tal vez una ligera presión momentánea... ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Nunca te habían hecho un chequeo?

—Obviamente sí, pero esto es raro —me quedé callada al sentir la presión de la que había hablado.

—Camila, veo vaginas a diario, lo único raro es que la tuya también la ve mi hermano, pero teniendo en cuenta de que ese imbécil ha visto muchísimas, esto no se siente como algo extraño.

Maldije en silencio mientras ella se ocupaba de realizar el maldito chequeo. Estaba sumamente arrepentida de haber decidido buscarla para una supuesta cita médica, aquella había sido la peor de mis ideas.

—¿Te falta mucho?

—Tomaré otra muestra, aguarda un momento.

Conté mentalmente hasta diez para evitar continuar reprochándome por exponerme a esa situación. Tras un par de días intentando con desesperación hablar con Nicole de Luis Carlos, se me ocurrió la brillante idea de propiciar la conversación en otro sitio que no fuera su casa, la presencia de Luciana hacía que tocar el tema fuese imposible.

Siguiendo mi plan me presenté esa tarde en su consultorio, con la excusa de un chequeó médico, del que no pude huir, pese a todos los intentos que hice por persuadirla de conversar antes.

Sentí alivio cuando retiró el espéculo, el largo suspiro que salió de mis labios lo evidenció. Se levantó del asiento y me hizo un gesto que me indicó que podía bajar las piernas de los estribos. En cuanto lo hice me senté sobre la camilla, sin poder dejar ir la incomodidad que padecía.

—¿Ya puedo cambiarme?

—Claro —respondió gentil, mientras se quitaba los guantes.

Caminé hasta el baño aún sin terminar de creer lo que había sido capaz de hacer, mi necesidad por indagar sobre la tensión que percibí entre ella y el imbécil de Luis Carlos, hizo que cruzara todos mis límites. Mientras me vestía cuestioné mis suposiciones, contemplé la posibilidad de haberme equivocado, buscando algo que me hiciera dudar de mi sospecha; sin embargo, el intento fue en vano.

El comportamiento de Nicole posterior al encuentro en el estacionamiento, había sido extraño. Su silencio evidenció el nerviosismo que estaba padeciendo, a penas llegamos a casa se encerró en su habitación, como si estuviera huyendo de las preguntas que quería hacerle. A la mañana siguiente mientras desayunábamos, me ordenó mantener alejada a Luciana del departamento de Pablo, sin darme motivo alguno. Todo aquello alimentó mi curiosidad y sustentó mi conjetura.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora