Capítulo Nueve

57.8K 4.7K 2.1K
                                    

Querido lector, si te gusta la historia deja tu estrella y comentario

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Querido lector, si te gusta la historia deja tu estrella y comentario. Disfruten la lectura. 

—Pensé que nunca vendrías.

Observé atónita a mi papá, percibiendo una presión asfixiante en el pecho que no había experimentado antes. Avancé intentando poner una sonrisa en mis labios, sintiéndome observada por los dos sujetos que lo custodiaban a unos pocos metros de distancia. Se levantó y abrió los brazos invitándome a acercarme, en medio del nerviosismo y el dolor ocasionado por las circunstancias sentí alivio cuando finalmente nos fundimos en un cálido abrazo.

—Papá —susurré apretando los ojos para contener las lágrimas.

No quería llorar más, había tenido suficiente con mi ataque de nervios antes de entrar a ese lugar. Quería mostrarme fuerte para darle paz a mi papá, tal y como me lo había aconsejado Pablo.

—¿Tu padrino te trajo hasta aquí? ¿Logró qué pudieras verme sin ser un día de visitas?

Negué sin poder soltarlo, aferrada a la protección que a pesar de todo me hacía sentir. Respiré hondo siendo consciente de todo lo que ocurría con él,

su voz no sonó como siempre, su apariencia era completamente distinta. Del hombre robusto y de mirada intensa quedaba poco, lucía más delgado, bajo sus ojos dos bolsas negras evidenciaban sus noches sin dormir, y las preocupaciones que seguramente lo atormentaban.

Tomé asiento frente a él, observando como estiró las manos sobre la mesa que nos separaba para sujetar las mías, bajé la cabeza derrotada, no tenía la fortaleza para afrontar lo que vivía, por ello me negaba a visitarlo, porque la realidad era demasiado dura como para procesarla.

—Un amigo... un amigo me trajo —respondí cuando apretó mis manos, como regresándome a ese momento—. Hizo un par de llamadas y consiguió que pudiera verte, pero solo tenemos quince minutos.

—Cami —susurró mi nombre, agachó el rostro para besar mis manos—. Necesitaba verte, he estado muy preocupado por ti, tú mamá dice que estás bien pero sé que miente, ella no te conoce tanto como yo.

—Lo sé —reconocí sonriendo con tristeza—, nadie me conoce como tú, pero estoy bien, no te preocupes por mí. Tengo un empleo.

—Tu mamá me lo contó —dijo sonando atormentado—. Por eso quería verte, renuncia, no tienes porque estar pasando por algo así, tómate este año para descansar, los abogados se van a encargar de sacarme de aquí, las cosas van a volver a ser como antes, mientras tanto podrías estar en Londres con alguno de tus tíos, le pedí a tu mamá que te sacara del país en cuanto antes. No hay necesidad de que estés pasando limitaciones, no te mereces esto.

—Papi —enternecida besé sus manos, sintiéndome querida de verdad—. Me gusta mi empleo.

—Me hacía mucha falta ver esa cara linda, estás hermosa.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora