Capítulo Treinta y uno

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—¿Lo hiciste?

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—¿Lo hiciste?

El entusiasmo que identifiqué en la voz de Mariano me causó diversión. Dejé de ver mi reflejo por un segundo, para voltear y comprobar que Pablo no se encontraba cerca, y así poder responder con tranquilidad.

—Primero que nada, buenos días.

—¿Se la chupaste sí o no?

—¿Mariano, por qué eres tan corriente?

Aparté el teléfono de mi oreja al escuchar la carcajada ronca que soltó con mi respuesta.

—Camila, deja de hacerte la interesante. ¿Nos vamos de viaje? ¿Lo convenciste con los mimos de tu boca?

Contener la risa fue imposible, aunque Mariano la mayor parte del tiempo era insoportable, sabía hacerme reír de vez en cuando.

—Nos vamos de viaje, va a hablar con Benjamín.

—¿Y los mimos con la boca?

—Mariano, que te importa.

—Claro que me importa —respondió de inmediato—. Le dediqué una tarde entera a tu entrenamiento.

—Lo intenté —dije en voz baja, los pasos de Pablo me obligaron a ser más discreta—. No me dio tiempo de nada, se abalanzó sobre mí. Pablo es un poco... intenso.

—Intenso —su tono fue socarrón—. ¿De esos que te ven y quieren cogerte?

—No voy a hablar de esto contigo —respondí incómoda.

—Mi diosa, te vi meterte un pepino a la boca, puedes hablar de esto conmigo, créeme.

Respiré hondo dándole la razón en silencio. Aquello era cierto, después de haber hecho algo así, no quedaba espacio para la incomodidad.

—Sí, básicamente así es Pablo. Ni siquiera quiso cenar primero. De igual forma ya accedió a hablar con Benja, lo de los mimos con la boca no fue necesario.

—¿Puedo darte un consejo?

—No, gracias.

—Te lo daré de todos modos. Debes hacerlo, por el momento nos conviene tener a Pablo como idiota. Tienes que satisfacer ciertas necesidades del golfo para lograrlo.

—Pablo está idiota por mí sin necesidad de satisfacer ese tipo de necesidades.

—Cami, es hombre. Para un tipo común el sexo es importante, imagina para el golfo que está acostumbrado a saltar de cama en cama. La rutina lo va a aburrir pronto. Eres hermosa mi diosa, pero si eres aburrida para el sexo...

—No soy aburrida —repliqué interrumpiéndolo—. Lo dejo hacer lo que quiere, nunca le he dicho no.

—Los mimos con la boca es algo básico, y justos si él te los ofrece a ti —mi silencio lo hizo suspirar—. Te dejo, mi amor, tengo cosas que hacer, no llegues tarde a la agencia, debemos coordinarnos bien antes de lo del perfume. Solo para asegurarte de que va a hablar con Benja, vuélveselo a pedir, puedes cogértelo otra vez.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora