Capítulo Treinta y seis (Parte II)

41.5K 3K 1.7K
                                    

Al final del capítulo les dejé contenido multimedia.

Al final del capítulo les dejé contenido multimedia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Pablo, esto no va a pasar.

Sonrió sobre mis labios antes de volverme a besar de la misma forma en la que lo había estado haciendo, con una lentitud exquisita, tentándome con su lengua, y estrechándome entre sus brazos. La emoción del momento me había dejado vulnerable, no fui consciente de lo que estábamos haciendo hasta que sentí sus manos bajo mi ropa.

—¿Por qué no?

—¿En serio lo preguntas?

Ocultó el rostro en mi cuello provocándome con besos largos y húmedos, por instinto separé las piernas, permitiendo que se acomodara en medio de ellas, propiciando más descontrol. Me acaloré en segundos, los días que habían pasado sin ese tipo de acercamientos me cobraron factura.

—¿No puedo besarte un poco más?

—Tú no solo quieres besarme.

El sonido ronco y descarado de su risa fue incitante, asintió dándome la razón, sin un atisbo de vergüenza. Me bastó un ligero empujón para quitármelo de encima, volteé de inmediato, imponiendo una distancia necesaria entre ambos.

—¿Al menos me dejarás abrazarte?

Aprovechándose de mi falta de respuesta, se arrastró por la cama hasta pegarse a mi espalda, el sobresalto que sufrió mi cuerpo al sentirse rodeado por sus brazos, lo hizo reír. Me besó el hombro para luego frotar ligeramente la barba en esa zona. Me sentí indefensa ante las intenciones que, no se molestó en ocultar.

—Golfo, terminarás muy desilusionado —advertí.

No me tomó en serio, mi tono había sido demasiado dulce. Aún me encontraba debilitada por el regalo que recibí y los besos y abrazos que lo acompañaron. El paso húmedo de su lengua por mi cuello no me tomó desprevenida, aquello era algo que esperaba. Pablo no se iba a dar por vencido con facilidad.

—¿Sabes cómo se llama lo que estás haciendo?

—Intentar dormir —respondí en susurros, el beso que estampó en mi espalda me afectó.

—Tortura, me estás torturando, Camila.

Me cubrí los labios con una mano para silenciar mi carcajada, mi espléndido humor permitió que tomará bien su estúpido comentario. En respuesta a mi risa se abrazó con mucha más fuerza, asegurándose de que no quedara espacio entre los dos. Cerré los ojos dispuesta a ignorarlo, seguir conversando con él aumentaba el peligro en el que estaba. Por unos segundos encontré tranquilidad, comenzaba a relajarme cuando sentí de nuevo sus besos en mi cuello.

La sensación fue tan placentera que opté por callar y disfrutar del momento, mi respiración se agitó precipitadamente ante el contacto de su lengua con mi piel. Me removí ansiosa, empujando mi trasero hacia atrás para poder sentir más de él. Su reacción ante mi osadía fue inmediata, aferró la mano en mi cintura para pegarme aún más a su pelvis mientras jadeaba sobre la curva de mi cuello.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora